Así quedó la tabla de posiciones del grupo A en la Libertadores

Trampas de la privacidad

Luego están quienes consideran que haber votado por el perdedor es una mancha, fácil de limpiar con una mentira inocente.

Las personas son veraces a la hora de decirle al encuestador por quién votaron. Pero hay excepciones, que nunca son decisivas. En algunas tiranías la sinceridad puede costar la vida. En los contextos democráticos lo máximo que puede producir es una incomodidad. Algunos ven una respuesta falsa como una manera de proteger su privacidad política o de enfrentar al entrometido encuestador.

Para proteger esa privacidad que tanto se valora es molesto tener que responder algo así como: el voto es secreto y no tengo por qué revelar el mío en ninguna circunstancia. La otra opción entonces es ocultar el verdadero voto dando el otro nombre en su lugar, un recurso extraño por decir lo menos, sobre el que los psicólogos tendrían algo que comentar.

Así, en medio del fragor de una jornada electoral que va concluyendo ya aparecen algunas respuestas truchas. Por lo cual en una competencia muy apretada las respuestas a boca de urna contribuyen a que ellas sean consideradas poco exactas. Es un pronóstico que puede revertirse, y de hecho en algunos casos se revierte. Por eso es mejor esperar las actas, que no mienten.

Luego están quienes consideran que haber votado por el perdedor es una mancha, fácil de limpiar con una mentira inocente. Esto aparece cuando ya los resultados son firmes, y el cambio de voto hacia el ganador puede ser para beneficio de una conversación particular. Si el ganador empieza a hacer un mal papel, entonces perderá ese voto que nunca tuvo.

Con el paso del tiempo parte de la opinión sobre por quién se ha votado empieza a separarse de lo que sucedió en la jornada electoral. Nos lo encontramos en las respuestas a la pregunta ¿por quién votó en las pasadas elecciones? Incluso llega a haber un grupo que, sinceramente o no, responde que no recuerda por cual candidato ha votado. Hasta la próxima ocasión.

La respuesta trucada a boca de urna no es sino una obvia continuación de la falsa respuesta a las encuestas preelectorales. La madre del cordero es un sesgo de deseabilidad social, es decir la idea de que nuestras opiniones públicamente expresadas pueden hacernos quedar mal ante los demás. Si no podemos ocultarlas, las cambiamos.

La República

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