Ni un paso atrás con la democracia
Gane quien gane la elección, el resultado se debe respetar.
Pueden errar los que crean que la próxima semana, la última de la segunda vuelta 2021, será la más tensa de este proceso en medio de pandemia, pues la siguiente puede ser mucho más tensa aún, generando daños irreparables a la ya débil democracia peruana.
El día siguiente de la elección va a ser, en efecto, el inicio de un período muy tenso en el país si el resultado que se anuncie el próximo domingo es, como parece, muy apretado, como en 2016, en que Pedro Pablo Kuczynski derrotó a Keiko Fujimori por 42 mil votos.
Un resultado muy apretado alimentaría las hipótesis de fraude electoral por parte de cualquiera que pierda, así como acciones políticas y movilizaciones sociales consecuentes con ello.
El problema se agrava, pues varios sectores políticos vienen hablando de fraude electoral desde antes de la primera vuelta, como fue el caso de Renovación Popular de Rafael López Aliaga, y después de ella, por Vladimir Cerrón de Perú Libre.
Esas versiones se ven reforzadas ahora por comunicados insensatos de entidades vinculadas al sector militar, como los ex altos mandos de las fuerzas armadas y los de Adogen, los cuales sugieren la pretensión de una influencia militar indebida en la campaña.
O, también, de tres integrantes del Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral del JNE que ayer renunciaron al mismo, aduciendo problemas burocráticos pero que, sin duda, reforzará el cuestionamiento al ente electoral y nutrirá la pérdida de legitimidad del proceso que fomentan varios.
Pero, incluso si el resultado no fuese muy apretado, el día siguiente de la votación empezará un momento muy complejo, pues se reforzará aún más, si todavía esto es posible, la polarización social tan grave que ya está experimentando el país.
Lo que viene en el Perú es muy complicado, pero cualquiera que sea el resultado de la votación del próximo domingo, es decir, cualquiera que gane y sea el próximo presidente de la república, se debe respetar y hacer respetar el resultado electoral en estricto cumplimiento de las normas democráticas, al igual que después de la votación, si es que el siguiente presidente, cualquiera sea el ganador, quiere desviarse del marco jurídico.
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