Cronograma de retiro AFP, según José Luna

La última última

La experiencia sugiere que las encuestas están sobrevaloradas como orientadoras del voto.

Han regresado las presiones para que se permita difundir encuestas electorales hasta el día final. ¿Es importante? El argumento de la prohibición sostiene que tales cifras influyen en la decisión de voto y se le enciman a la reflexión de último momento. Si es así, una falsa encuesta de último minuto podría equivaler a un fraude informático.

El núcleo de la cuestión es cuánto realmente influyen las encuestas en la decisión de voto. Una idea sobre esto es que quien va adelante atrae a los inclinados a votar por el ganador. El revés de la fortuna en muchas candidaturas cuestiona fuertemente esta idea, y plantea que también hay argumentos para votar por un candidato rezagado.

La idea contraria a la anterior es que el apagón de las encuestas en cierto modo obliga a votar a ciegas, sobre todo a quienes tienen formas elaboradas, incluso alambicadas, de decidir su voto. Pero con publicaciones quincenales, el votante no tiene cómo saber la manera en que progresa su candidato entre encuesta y encuesta.

En algunos países se publica, sin mayor polémica, encuestas hasta el último día. Incluso en los EEUU se difunden encuestas locales a boca de urna cuando todavía se está votando en otros lugares. Esto último ha sido cuestionado por considerarse que conocer resultados muy marcados desanima a los electores en un país donde el voto es voluntario.

En el Perú no solo las encuestas se apagan una semana antes, sino que la boca de urna se revela recién cuando todas las mesas de votación se han cerrado. Esto se ha prestado a sorpresas, dado que el electorado evoluciona en medio del suspenso de los últimos días y horas. ¿Tener datos estadísticos hasta el final hubiera cambiado la situación?

La experiencia sugiere que las encuestas están sobrevaloradas como orientadoras del voto. Las limitaciones en la publicidad política les dan mayor peso que en otros tiempos, pero las claves de las preferencias están en las campañas, es decir en la buena imagen que se logra construir una candidatura. Buena también quiere decir convincente.

En una elección tan polarizada como esta, cambiar en el último momento una norma establecida no parece lo más conveniente para el clima de serenidad que se busca. Quizás para la próxima vez.

La República

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