Élites vagas

La violenta polarización política, bajo la cual se está desarrollando la segunda vuelta electoral, tiene que ver con la impertinente reducción del discurso a situaciones binarias: comunistas versus no comunistas, por ejemplo.

La responsabilidad de ese reduccionismo es vicaria, pues les corresponde tanto a los propios candidatos como a sus asesores. Y esta realidad solo nos enfrenta a una dolorosa realidad, cual es la enorme improvisación existente en ambos bandos.

De otro modo no se explica cómo pueden haber circunscrito el debate a discursos tan adocenados. Porque, aunque los candidatos Fujimori y Castillo no lo sepan, en pleno siglo 21 hay modelos de desarrollo que ya han superado las viejas dicotomías.

Uno de esos modelos actuales se alinea con revisar el impacto del sistema capitalista en la construcción de equidad social –este es el caso del llamado “capitalismo consciente”–, en tiempos de pandemia. Pero también hay tendencias de pensamiento provocador que buscan replantear el rol del Estado.

En esa línea se encuentran algunas propuestas del Instituto para la Innovación y el Propósito Público-University College London. Aquí, dos claves: 1. La actividad política, se puede innovar (“innovation is political”) y 2. Tal como sucede con la iniciativa privada que se arriesga y busca innovar para seguir compitiendo en un mercado dado, el sector público, los Estados pueden arriesgar, innovar y emprender.

Estas dos proposiciones resultan de imposible aplicación en un Perú donde su clase política y dirigente ha llevado todo al “comunismo vs. no-comunismo”. Como decía antes, para mala suerte del país, tenemos élites mentalmente perezosas.

La buena nueva es que SÍ hay gente más innovadora intelectualmente. Y para suerte, podrían ser el “colchón” que nos salve de una probable colisión social luego del 6 de junio.