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Mi maestro el pulpo

“La manera en que se presenta “Mi maestro el pulpo” pareciera por instantes un especial de Disney o un capítulo conservacionista de Animal Planet”.

Por Sandro Mairata | @CINENSAYOLat

La historia que se llevó el Óscar a Mejor Documental debería en realidad llamarse “Mi maestra la pulpo” y es, desde cierto punto de vista, una historia de amor. Una muy extraña, eso sí.

A muchos les sorprendió para mal la victoria de este filme sobre “El agente topo” de Chile –favorita latinoamericana–, pero “Mi maestro el pulpo” llegó al Óscar con una docena de victorias bajo el tentáculo de la pericia de los directores Pippa Ehrlich y James Reed, quienes invirtieron diez años de su vida en el proyecto.

A lo largo de hora y media contemplamos la historia real de Craig Foster, un documentalista sudafricano que allá por 2010 pasaba por una crisis personal cuando se refugió en el buceo libre –sin balones de oxígeno, solo impulsado por aletas en los pies– en las frías aguas de False Bay, Ciudad del Cabo. Un día, Foster descubre un pulpo con el cual entabla una química espontánea.

Trabajando con el camarógrafo Roger Horrocks, Foster pasó un año registrando su amistad con el pulpo –que resulta ser hembra–, en un ejercicio de descubrimiento al que asistimos con él igual de fascinados. Nos enteramos de que nuestra pulpo tiene una inteligencia similar a la de un perro o un gato, que vive solo un año y que esencialmente se dedica a comer y evitar ser comida. Seguimos su ritmo diario, bajo la perenne amenaza de los tiburones pijama que patrullan la zona y la tienen marcada como manjar.

Horrocks es la estrella oculta de este trabajo: su registro del entorno subacuático revela antelación, intención artística y, por supuesto, ojo entrenado. Hay secuencias notables como los ataques del tiburón pijama, la huida de la pulpo, o, sin ir muy lejos, el acucioso registro de los acercamientos entre pulpo y humano que permiten ver el nacimiento de un sentimiento ante nuestros ojos.

Ehrlich y Reed ubican a Foster como el narrador de una vivencia personal –siempre compungido, raras veces entusiasmado– que se convierte en el recuento de una relación perdida (recordemos, los pulpos solo viven un año).

Es evidente que los nueve años desde el fin del rodaje se invirtieron en tomas de apoyo y otras cuestiones de postproducción, pero lo medular de la historia yace en el surgimiento del vínculo sentimental entre un humano y una criatura inesperada.

Sentimental, sí. Cursi, por momentos. La manera en que se presenta “Mi maestro el pulpo” pareciera por instantes un especial de Disney o un capítulo conservacionista de Animal Planet; solo Foster tiene la voz cantante y no hay un contrapeso que ponga en perspectiva la evidente dependencia emocional del documentalista ante su nueva amiga. Pero es innegable la fuerza de algunas secuencias y al final las posibles lecturas –que no son pocas– quedan del lado del espectador. De esta materia se componen los buenos documentales.

Mi maestro el pulpo

Mi maestro el pulpo

Ficha

  • Título: “Mi maestro el pulpo” (My Octopus Teacher)
  • País: Sudáfrica
  • Año: 2020
  • Director: Pippa Ehrlich, James Reed
  • Protagonistas: Craig Foster, Tom Foster, una pulpo
  • Disponible en: Netflix
  • Calificación: 4/5
La República

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