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¿Qué es el pueblo?

Es bien sabido que, en “nombre del pueblo” o contra los “enemigos del pueblo”, se han establecido también discriminaciones...

Sí, la democracia establece que el poder surge del pueblo. Todos los que ejercemos nuestro voto (y los que no) somos parte del pueblo, es verdad. Esto no quiere decir, sin embargo, que todos los sufragantes somos parte de un colectivo homogéneo.

Es decir, el pueblo, palabra tan usada y hasta prostituida por la política mundial, no es una sola cosa, son miles, millones. Dentro del pueblo hay discrepancias profundas y, por lo general, se subdivide en pensamientos, ideas, percepciones, muy distintas, audiencias divididas y aspiraciones divergentes.

Esto, claro, sin dejar de ser pueblo formado por individuos, en teoría, iguales ante la ley. Arrogarse la representación del pueblo, ser el único que lo entiende, está tan manido en las campañas electorales que preocupa, y mucho, que el candidato del lápiz hable tanto de él y le traslade, a tal abstracción, la responsabilidad de responder cualquier pregunta de gestión y gobernanza que lo ponga en aprietos, como un comodín.

En la otra orilla no evaden las preguntas, pero las explicaciones dejan muchos cabos sueltos, no satisfacen y tampoco podemos olvidar las veces en que la candidata naranja ha utilizado la misma manoseada palabra, sobre todo cuando le sale el ADN populista.

Usar tantas veces la palabra “pueblo” es sospechoso, decir que todo es por y para el “pueblo”, también porque los políticos en campaña hacen uso de la fértil ambigüedad del término para validar cualquier tema. Dicho de otro modo, el concepto de pueblo obviamente tiene sentido y es cierto que su acepción más frecuente se refiere a las clases menos favorecidas de la sociedad, a los desposeídos, pero aquel sentido es, en rigor, tan polisémico que alcanza la vaciedad.

Además, no todos los integrantes de las clases bajas piensan lo mismo ni tienen las mismas ideas respecto a cómo disminuir, por ejemplo, la desigualdad, que es aquello que los homogeniza. El mito de “el pueblo”, como cualquier otro, implica un ejercicio constante de su interpretación política. Es bien sabido que, en “nombre del pueblo” o contra los “enemigos del pueblo,” se han establecido también discriminaciones, privilegios y violado derechos.

La República

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