Senamhi: alerta roja por fuertes vientos y lloviznas

Nuevo Pacto Social, la receta chilena

Sin dejar de lado las enormes diferencias de toda naturaleza con nuestro, siempre observado, vecino del sur, la polarización que hoy gira también en torno a la posibilidad de que Perú tenga una nueva Constitución obliga a mirar a Chile otra vez luego de su estallido social prepandémico.

Tanto la Constitución peruana de 1993 como la chilena de 1980 surgieron, como suelen surgir las constituciones, de episodios fácticos que quebraron, en su oportunidad, el llamado poder constituido. En ambas situaciones, se trató de golpes de Estado previos que luego, uno más tarde que el otro, llamaron a una asamblea constituyente, en nuestro caso un CCD, para elaborar una nueva carta magna. Textos en cuyo desarrollo se incluyeron también las instrucciones de cómo llevar a cabo cambios dentro de sus propios cauces, como una especie de corsé para que no haya quiebres jurídicos futuros. Al igual que la Constitución peruana de 1993, la chilena establecía filtros y altos consensos del Parlamento y, en ningún caso, se podía convocar a una asamblea constituyente de forma unilateral a pesar de las protestas, salvo que se modificaran los requisitos, pero siguiendo las instrucciones mencionadas en el propio texto. Es decir, se tuvo que recurrir al poder ya constituido para formar poder constituyente sin patear el tablero de la democracia y eso fue lo que se hizo con la participación de la ciudadanía.

En el caso peruano, hablamos del artículo 206, esa es la cancha. El mismo que tampoco incluye la convocatoria unilateral a una asamblea constituyente, pero sí la receta de cómo, con el consenso parlamentario debido, expresado a través de los votos de los congresistas, poder modificar dicho artículo para que, por ejemplo, el presidente, el mismo Congreso o el 0,3% de la población pueda convocarla en función a la nueva redacción y luego llamar a un plebiscito. Chile ya nos dejó la hoja de ruta hacia un nuevo pacto social dentro de la democracia. Ellos estarían eligiendo este mismo año su asamblea constituyente.

Si se puede llevar a cabo este delicado procedimiento sin patear el tablero, ¿por qué no? ¿No es acaso el bicentenario, justamente, una gran oportunidad de refundarnos como país sobre la base de un verdadero y amplio consenso?

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.