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¿Al borde de la catástrofe humanitaria?

“Aquí las medidas del gobierno son un desastre. El tablero de control solo existe en teoría pues lo que más importa es el crecimiento del PBI. Eso no piensan los epidemiólogos...”.

El Perú tiene el triste récord mundial de muertos Covid por millón de habitantes. Y seguimos batiendo ese récord todos los días. Es el legado de 30 años de neoliberalismo. Lo que más preocupa es que mientras no llegue la vacuna en cantidades importantes los fallecidos van a aumentar. El Presidente Sagasti ha hablado ya de una posible “tercera ola”.

Comencemos por la vacuna. El objetivo del gobierno es vacunar a todos los mayores de 60 años al 28 de julio. Según el INEI, los peruanos somos 32.6 millones, de los cuales el 12.7% tiene más de 60 años: 4.14 millones. Necesitamos 8.28 millones de vacunas.

Las vacunas han comenzado a llegar, primero el millón de Sinopharm, que ya se usó para la “primera línea”. También las de Pfizer y, ahora último, de AstraZeneca. ¿Llegarán 8.28 millones de vacunas para los mayores de 60 años antes del 28/7?

Digamos que llegan. Eso, ciertamente, alivia la presión de los mayores sobre las camas UCI. Pero, ojo, la población en edad de trabajar va a seguir infectándose pues no se habrá vacunado.

Urge acelerar su llegada. Aún no se sabe qué ha pasado con Sinopharm. Se afirma que la DIGEMID no tiene toda la información. La duda se despejará a fin de mes por la OMS, que ya ha aprobado todas las etapas previas de Sinopharm y solo falta la aprobación final (¿alguien dijo “agua destilada”?). Habría allí 12 millones de vacunas inicialmente anunciadas para el II Trimestre. Nos haría avanzar.

Argentina acaba de recibir dos millones de vacunas Sinopharm. De los 15.5 millones de vacunas que Chile ya recibió, 13.5 millones son de otra vacuna china, Sinovac, que, al igual que Sinopharm, aún no ha sido aprobada por la OMS. ¿Por qué Argentina y Chile sí y nosotros no? ¿Cuánto pesa el “vacunagate”?

Sea lo que fuere, mientras llega la vacuna hay que reducir los contagios. En Chile, aunque ya hay 63% de vacunados con la primera dosis, los contagios han aumentado y se han tomado nuevas medidas de confinamiento. La buena noticia es que los vacunados no van a morir, pero la pandemia continúa.

Aquí las medidas del gobierno son un desastre. El tablero de control solo existe en teoría pues lo que más importa es el crecimiento del PBI. Eso no piensan los epidemiólogos y médicos, quienes claman por un cambio de estrategia pues estaríamos cada vez más cerca de una catástrofe humanitaria cuando se vea el efecto de la Semana Santa y las elecciones. Grave.

A esto se agrega que los candidatos que van a la segunda vuelta coinciden en “no más confinamientos”. Ojo no hablamos aquí, de un lado, de la compra de vacunas por el sector privado de Keiko Fujimori (mal), a la que Castillo contrapone la vacunación universal, masiva y gratuita por el Estado (bien), ni, de otro, de las políticas para el sector Salud, donde las propuestas son muy distintas.

El tema central que parece haberse vuelto sentido común es: “los confinamientos no sirven para nada, igual da morirse de COVID que de hambre, cuando ni siquiera hay oxígeno”. La conclusión es comprensible y se explica en buena medida por la ausencia de apoyo económico del Estado que, hasta el día de hoy, no ha terminado de entregar el primer bono universal. El “pero” es que, a más movilidad, más contagios. Innegable.

Volvamos al principio. Con pandemia a todo vapor no puede haber reactivación económica. Y vacunas para la mayoría de la población no habrá si seguimos con la oferta actual. El gobierno debe y puede hacer mucho más para conseguir las vacunas, la china, la rusa, la cubana que está en la cola, entre otras, lo que debe ser alentado por la sociedad civil. Y mientras lleguen, hay que reducir la movilidad para evitar más contagios.

Las medidas las debe decidir la ciencia y no la tasa de crecimiento del PBI. Evitemos la catástrofe humanitaria que hoy azota al Brasil de Bolsonaro.

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La República

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