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Un enroque

Lo que está dando Vargas Llosa no es un respaldo entusiasta. Su llamado a votar Fujimori es cauteloso, y se cuida de detallar las implicancias de una decisión así.

Hasta aquí Mario Vargas Llosa había sido consistente en considerar al fujimorismo el mal mayor en las elecciones peruanas, y por tanto una opción inaceptable. Pedro Castillo lo ha llevado a cambiar y ahora será, para usar la vieja palabra, garante de un eventual gobierno de Keiko Fujimori. En lo esencial el argumento es que Castillo desde el poder destruiría la democracia peruana, una posibilidad que no se puede descartar.

Lo que está dando Vargas Llosa no es un respaldo entusiasta. Su llamado a votar Fujimori es cauteloso, y se cuida de detallar las implicancias de una decisión así. Más bien tiene la mirada puesta sobre lo sucedido en varios países de la región donde una izquierda radical ha liquidado buena parte de las libertades y logrado perpetuarse en el poder.

Para el antifujimorismo cerrado, un conglomerado histórico que siempre contó a Vargas Llosa entre sus principales inspiradores, esta novedad complica las cosas. Sobre todo porque aporta a las dudas de este momento la idea de que con Castillo no habría retroceso en un tipo de deriva que lleva hasta una situación venezolana. Todos los males serían menores frente a eso.

Ya antes Vargas Llosa ha tenido que hacer apuestas complicadas. En la primera vuelta del 2011 apoyó a Alejandro Toledo, para evitar un match Ollanta Humala-Keiko Fujimori. Pero luego tuvo que apoyar a Humala, cuando todavía había muchos electores que lo consideraban un peligroso, o cuando menos impredecible, izquierdista.

Ciertamente en este momento de la campaña Castillo es bastante distinto de lo que fue Humala en el 2011, y el contexto es otro. Sus planteamientos y los de su entorno son cercanos a formas de ortodoxia marxista, frente a los cuales un país golpeado por la pandemia hoy aparece debilitado, y quizás listo para caer en una variante del “socialismo del siglo XXI”.

Por tanto, a diferencia de lo que sucedió con Humala 2011, Vargas Llosa no está dispuesto a concederle a este izquierdista cajamarquino el beneficio de la duda. Más bien le está dando cierta forma de tranquilidad a la conciencia de los antifujimoristas que van a votar por Fujimori, en lo que será una suerte de frente derechista de emergencia, y una liquidación del centro político.

La República

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