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Burbujas digitales

“Las redes sociales en el caso del Perú están reforzando la creación de burbujas de opinión, que lejos de ampliar la oferta de ideas termina por estrecharla”.

Entre tantos descubrimientos que la irrupción de la candidatura de Pedro Castillo a la segunda vuelta ha supuesto para el Perú, está saber que los peruanos de las zonas altoandinas sí usaban la social media –los medios sociales, aka (also known as) redes sociales–.

“¡Los peruanos de zonas rurales sí saben de redes sociales!” y “el Perú sin Internet ha hablado” se escuchaba la semana que pasó a los opinólogos del Twitter; mientras los opinólogos de la televisión abierta argüían que la campaña de Pedro Castillo había sido old-fashion, análoga, cero digitalización.

Lamento ser aguafiestas, estimados opinólogos de medios “alternativos” y de la mass media. Y es que, como lo ha documentado recientemente en un revelador reportaje la periodista Jimena Ledgard, la lectura que se hace sobre el uso de la tecnología digital y sus productos está cargada de mucha subjetividad limeña.

Diez años atrás tuve la oportunidad de dirigir un proyecto de extensión de telefonía celular en zonas rurales altoandinas calificadas de extrema pobreza. Coincidentemente, el proyecto se desarrolló en la hoy popular Cajamarca, en el centro poblado de Chichir. El proyecto permitió validar una hipótesis central: el consumo de tecnología en las poblaciones rurales es intensa, pero muy limitada por razones de precio –asequibilidad– y cobertura –accesibilidad–.

En cuanto a las redes sociales y su impacto en la construcción de candidaturas, es innegable que un efecto tiene. Probablemente mayor, cuando el efecto resulta de servicios contratados. Y aunque, en el caso de la candidatura de Pedro Castillo, los opinólogos de Twitter no la pudieron atisbar, definitivamente esta existió, aunque no en la burbuja de los opinólogos.

Como he explicado en algunos medios, las redes sociales en el caso del Perú están reforzando la creación de burbujas de opinión, que lejos de ampliar la oferta de ideas termina por estrecharla a los que deseamos escuchar, ver o leer. Dicho esto, le recomiendo escoger bien a quien agrega a su parrilla de opinión. Mejor alguien que piense distinto de usted, aunque duela.

La República

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