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La captura del Estado

“En el fondo somos un país asimétrico. Sin igualdades, con cotos y estratos. El Perú del racismo y el privilegio de los pícaros”.

Escribí en mis redes: “En estas elecciones perderé un huevo de amigos, pero no mis ideas”. Y me crucificaron. Fue como aquella vez que aseguré: “Soy caviar, pero no se me nota porque almuerzo menú en Lince”. Obvio, me hicieron bullying hasta sangrar. Y a 12 días de las elecciones yo solo observo dos contrincantes. Los que votamos por una ideología y los otros, mis respetables compatriotas que eligen por el bolsillo y que se mueren de miedo.

Yo no dudo de que haya democracia en estos valles del Señor. Y si no, quién eligió a ese par de imbéciles como Donald Trump o Bolsonaro. Y quién, a Leguía, Sánchez Cerro o Fujimori. Esos, los que hacen uso de su libertad. Y no me opongo. Y usos son del clientelismo y el populismo votar por la migaja y el mendrugo. Y en eso son expertos los fujimoristas, los que admiran a Acuña –”pobrecito, se hizo desde abajo”– y mis vecinos de las cumbres de la pobreza, que son los más.

¿Y los medios? Bueno, ellos tienen dueños, y veranean en Eisha y desde allá dan órdenes vía zoom: “Túmbate a esta o levanta a este otro”. Bueno, cuidan su plata y sufren de la melancolía de la Confiep. Y la tele reemplaza los mítines de aquel entonces y los conductores son a imagen y semejanza de los búfalos apristas de la cachiporra. Y no es novedad, sus agendas políticas están subordinadas a los grupos de interés económico.

El tema es inédito. Elecciones con pandemia, sin UCI ni oxígeno ni vacunas. Y los peruanos que nos computábamos vivir en el futuro y era falso y hoy tenemos la misma fragilidad que en la Edad Media. Súmese a esto, querido lector, que respiramos la versión vulgar del neoliberalismo y que nuestros patrones siguen siendo los bancos y las mineras y que “Los malditos de La Planicie” son los mismos de siempre, esa manga de rentistas y ujieres, los dueños del Perú, a la manera de Carlos Malpica.

Y esa es la idea para votar por López Aliaga, De Soto o Keiko. A la que el Apra se arrincona –pobre Haya–. ¿Idea? No, sensiblería del pecado. Ese estado de recogimiento procaz que se golpea el pecho, pero pretende controlar a las familias, a los medios de comunicación, al sistema educativo y la Iglesia católica.

Decía de la libertad y la democracia. Sí, paras las tribunas. En el fondo somos un país asimétrico. Sin igualdades, con cotos y estratos. El Perú del racismo y el privilegio de los pícaros. Aquel del odio que el domingo 11 otra vez saldrá a votar como antes. Y qué estaremos pagando.

La República

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