Comunidad virtual

Estamos creando una comunidad que se fortalece. Que se desespera, que se calma, que reniega, que propone, que no se siente el centro del mundo, que no minimiza ningún paso adelante, que ama y siente. Somos gente de retos constantes. Nuestra propia vulnerabilidad, nuestros proyectos de vida, la búsqueda del bien común, la práctica cotidiana de empatía y sensibilidad.

Creamos La Costumbre para mantenernos comunicados y acercar el espíritu resiliente de los amigos del Perú. La pandemia nos trasladó de lleno a las redes sociales y decidimos transmitir en vivo cada semana (ya vamos 70 episodios) mostrando la experiencia de artesanas, emprendedores rurales, lideresas, defensores ambientales, sabedores y sabedoras comunales, gestores culturales, profesoras innovadoras.

Como comunidad virtual vamos reconstruyendo esperanza. Con la frase poética que aliente y anime, pero, sobre todo, con actos prácticos y urgentes. Compramos peruano y promovemos al otro, abiertamente, con cariño y total desprendimiento. Hablamos de productos de estación, de las setas, de la jatopa u hongo del maíz que se consume en el Cusco.

Reconocemos el esfuerzo de Gianina Cavero, quien lidera en Pucallpa (Ucayali) la marca Ukaw y trabaja con varias comunidades cacaoteras para ofrecernos chocolates y bombones de alta calidad. Aceptamos la oportunidad uniéndonos a convocatorias solidarias y hacemos fuerza para enfrentar el hambre o la falta de oxígeno.

Alentamos la buena relación con la naturaleza y nos llena de orgullo Noemí Flores, quien desde Tarata (Tacna) se ha convertido en la alimentadora de vida de diferentes pueblos de la zona que se están organizando para hacer de su tradición y sabiduría una plataforma de desarrollo.

Hemos aprendido de reciprocidad. Nos hemos convertido en madrinas y padrinos de las taricayas de la selva. Porque sabemos que con nuestra contribución somos leales con quienes las cuidan no solo a ellas sino a todo el bosque. En eso estamos.