Mazzetti

La salida de Pilar Mazzetti del Ministerio de Salud ocurre cuando ya se ha empezado a vacunar al personal de hospitales y también en momentos en que la segunda ola de la pandemia alcanza el pico más alto de contagios y muertes. Su renuncia, al margen de la presión de políticos y empresarios, es consecuencia de un agotamiento.

A Mazzetti se le debe reconocer ciertos méritos, aunque inconclusos, en la política de contención de contagios y en el tratamiento de los pacientes. También en su apoyo en la adquisición de las vacunas que viene logrando el gobierno de Francisco Sagasti. No es nada fácil enfrentar una pandemia que viene dejando 2,3 millones de muertes en todo el mundo.

El escenario que recibe su sucesor, Óscar Ugarte, es bastante complicado. Las cifras de contagios y muertes han alcanzado el pico más alto de lo ocurrido en la primera ola (agosto del 2020). El reporte oficial del 11 de febrero indicaba que en las últimas 24 horas se detectaron 4.244 casos confirmados y 210 fallecidos. En los últimos 15 días se han producido más de 101 mil contagios y 2.221 fallecidos. El epidemiólogo Augusto Tarazona declaró a La República que la principal razón de este incremento es que no hay capacidad hospitalaria ni camas UCI ni oxígeno, por lo que las personas se agravan más rápido y fallecen.

El reto de Ugarte también es grande. Debe reorientar la política de contención de contagios y muertes y corregir las fallas que adolece, a fin de superar esta situación. También en la transparencia de las cifras de la pandemia.

La meta en este momento es ganarle la batalla a este virus que cada día enluta a más hogares peruanos.