Romper el amor

Como feministas defendemos que lo personal es político. Sobre este lema se logró el derecho al divorcio, a la propiedad y, en muchos países, hasta la interrupción voluntaria del embarazo. Pero existe un campo aún más escondido en el terreno de “lo personal” que las mujeres y disidencias debemos interpelar: el amor. Y la víspera del 14 de febrero es perfecta para hacerlo.

Parece lejana e inverosímil la idea de encontrar a alguien que salvará tu vida (hombre siempre, claro). Que se renuncie a carreras, proyectos y se enfríen amistades alrededor de la utopía del romanticismo. Que el amor duele y que todo lo puede es una mentira más. Como la del “instinto maternal”, como que las mujeres “somos naturaleza”, como el de la heterosexualidad normativa y los patrones de belleza. Y bajo esa mentira nos hemos criado y creado ideales poco o nada realistas.

Aprendimos de la televisión, el cine, los libros, la publicidad, de nuestras madres, padres, amigas, profesoras que el amor es uno y siempre el mismo. Qué infancias poderosas pudimos haber formado dándole un giro a las cenicientas y bellas durmientes, incluso a los príncipes azules hoy devenidos en hombres celosos, manipuladores, hijos sanos del patriarcado, adoctrinados en la idea, desde niños, de no expresar ni sentirse o verse frágiles.

Deconstruir las emociones con feminismo, que es entre otras cosas el cuestionar todo lo que conocemos: el machismo y los estereotipos de género. Una rebelión contra la concepción tradicional de los afectos. Hay que romper el amor como lo conocemos porque nos somete y porque no es solo uno: es diverso, con una o más personas, entre chicas, chicos, viejxs, con todos los cuerpos, capacidades y discapacidades.

El amor es político. Sobre todo para las mujeres y comunidad LGTBIQ+. Que amar en el respeto y diversidad sea ley. Porque aprendamos a disfrutar el amor y no sufrirlo. Feliz 14 y más días a todos los vínculos, a todas las formas de amar. Feliz 14 a ti, P., por ser amor y revolución.