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Hablemos del celibato

“Deducir algún tipo de perversión oculta, tras el celibato, es tan ligero e inaceptable como hacerlo con un ciudadano o ciudadana homosexual. El celibato no se opta para satisfacer a terceros...”.

A muchos les ha llamado la atención, por no decir, perturbado, la revelación de un candidato a la presidencia, quien afirmó abiertamente que desde los 19 años no tiene sexo y que es soltero. Varias personas que defienden las libertades y, más aún, los derechos de la comunidad LGTB se han burlado de esta opción de vida.

Es cierto que, en el primer caso, el del celibato, hablamos de una decisión que pasa por la voluntad. En el segundo caso, en cambio, es una orientación que no se escoge, se da. Pese a ello, burlarse del celibato es caer en lo mismo que se critica cuando son otros quienes se burlan de la lucha por la igualdad de las minorías y el reconocimiento de sus orientaciones sexuales en la ley y en las políticas públicas. Así como nadie obliga, por ejemplo, a un heterosexual a casarse con un homosexual, nadie obliga al individuo a ser creyente y, mucho menos, a ser célibe.

En el contexto católico, el celibato no es una figura aplicable solo a los sacerdotes. Se trata de un término que, por lo general, se emplea para designar la decisión de aquel fiel de la Iglesia Católica que no es miembro del clero. El celibato cristiano se entiende no como el mero hecho de la soltería, con o sin intención de casarse más tarde, sino como la elección por motivos religiosos y espirituales de ese estado, en combinación con la castidad, como forma permanente de vivir.

Deducir algún tipo de perversión oculta, tras el celibato, es tan ligero e inaceptable como hacerlo con un ciudadano o ciudadana homosexual. El celibato no se opta para complacer a terceros; sino que es una ofrenda de corazón para el Dios en el que el célibe cree y, en ese plano, idealmente se trata de un avanzado estado místico-espiritual al que también aspiran los budistas, hinduistas, etc., y muchas personas, en general, por diversos caminos. El celibato católico es uno de ellos y, si a alguien le funciona y no colisiona con los derechos de otros, pues, adelante.

La República

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