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¿Por qué la ciencia no es sexy?

“Porque eso de que pensar cuesta más, es cierto. ¡Y en cambio especular es tan fácil!”.

El movimiento global identificado con el hashtag #SinCienciaNoHayFuturo y que se disparó de España para el mundo llegó al Perú en medio de la primera etapa de la pandemia C19. El mensaje enarbolado por personas vinculadas al mundo de las ciencias de la vida cobró relevancia en el país ante la urgencia de entender cómo operaba una amenaza eficiente, mortífera e invisible.

No recuerdo que haya existido tanto interés de los medios de prensa –online y offline– por los tópicos científicos, como sucede hoy en el Perú. Aunque, para ser justos, la fórmula completa debería ser ciencia, tecnología e innovación (CTi).

Entonces, ¿por qué si la CTi está hoy como nunca antes en “boca de todos”, hay más afición por movimientos basados en el pensamiento mágico como el de los “antivacuna”, entre otros?

La respuesta ya la había dado Daniel Kahneman, en sus postulados ganadores del Nobel: las emociones se expresan con más eficiencia que el pensamiento racional, porque apela a la conexión más simple. Porque eso de pensar cuesta más, es cierto. ¡Y en cambio especular es tan fácil!

Pero, además, a diferencia de los científicos, los propulsores de la seudociencia son más eficaces comunicándose a través de un activismo emocional que todos entienden, a diferencia de la evidencia empírica –los datos– que requiere mediadores para su entendimiento.

La estrategia del pensamiento mágico aprovecha además esa figura basada en prejuicios, que coloca a la ciencia y los científicos como realidades lejanas, inasibles, a las que el resto de humanos no podremos alcanzar. El “yo soy científico” puede leerse como una afirmación excluyente que curiosamente le da espacio a las conspiraciones.

Es conveniente para la CTi y para todos presentarla no como el privilegio de un grupo o casta determinado. Todo lo contrario. Porque, además, la “duda metódica” que sustenta al método científico es susceptible de ser desarrollada por todos, más allá de los grados académicos y otros merecimientos.

La República

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