Elecciones, vacunas y Carlos Tapia

1. Ha hecho bien el gobierno al reafirmar que no tocará las elecciones. Que, a pesar de las voces que piden su postergación por razones sanitarias, el cronograma se mantendrá intacto, con la primera vuelta el 11 de abril y una eventual segunda vuelta el domingo 6 de junio.

Este anuncio es importante pues, al mantener su palabra, se evita suspicacias o sospechas de una mano negra y se protege el momento central del ejercicio democrático. De paso, tomando en cuenta el origen partidario de Francisco Sagasti, se le resta argumentos a quienes lo acusan de parcialidad, de jugar a favor de Julio Guzmán y el Partido Morado.

Por otra parte, nada garantiza que el coronavirus deje de ser un problema más adelante. Habiendo puesto en jaque sistemas sanitarios tan avanzados como el francés o el alemán (este último país asociado además al respeto y la responsabilidad cívica) es difícil prever hasta dónde llegará esta segunda ola o si, ojalá no ocurra, debamos enfrentar una tercera.

El Perú no será el primer país que celebrará elecciones en esta compleja coyuntura. Bolivia y los Estados Unidos demostraron que no es imposible hacerlo. Se trata de un enorme reto para la ciudadanía y para la ONPE, que ha adelantado los protocolos que pondrá en marcha en esa fecha, como el horario extendido de votación, el bono de 120 soles a los miembros de mesa, el voto al aire libre o el horario sugerido según el número del DNI. Todos debemos demostrar que estamos a la altura de estas complejas circunstancias.

2. Otro reto enorme que debe asumir el gobierno tiene que ver con la vacunación. Ya se anunció que el primer millón de vacunas será destinado a los profesionales de la salud y es justo que así sea, pues nadie como ellos ha estado en la primera fila de batalla contra este enemigo invisible y silencioso, exponiéndose a un contagio e incluso a la muerte.

Como están demostrando los casos europeos, adquirir las vacunas no es el único problema que se debe absolver. Igual de importante es el enorme operativo logístico que hace falta para alcanzar al menos a ese 70% de la población necesario para que la inmunización sea efectiva.

Pero además, tenemos por delante el enorme reto de desmontar los mitos que, por ignorancia, ingenuidad, irresponsabilidad o falta de escrúpulos, han persuadido a un 48% de los peruanos de que las vacunas son peligrosas, por lo que las rechazan. Este es un trabajo que debe realizar conjuntamente el Estado, la comunidad científica y los medios de comunicación. Todos poniendo el hombro.

3. Finalmente, quiero lamentar la irreparable pérdida de Carlos Tapia. Pocas personas han contribuido como él a alimentar un clima de sano intercambio de opiniones y discrepancia tolerante, siempre desde la argumentación y la información más escrupulosas. Vamos a extrañar su generosidad, su imbatible sentido del humor y su abrumadora humanidad.