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La censura planetaria

Gigantes de Internet al bloquear redes sociales de Trump están decidiendo qué voz se escucha y qué voz no.

¿Qué ocurre cuando se produce un cortocircuito entre el derecho al acceso a la información pública y los intereses vinculados a la seguridad nacional, en todas sus variantes: terrorismo, seguridad ciudadana, etc.?

Este conflicto se agrava cuando la arena en que se produce la confrontación es el Internet, la red de redes, porque el flujo de información es constante, indetenible y por definición es el espacio público por excelencia, sin emisores y receptores exclusivos, sino todos al mismo tiempo emitiendo, reproduciendo y recibiendo mensajes.

Hay diferentes propuestas de solución que provienen de la sociedad civil, las redes internacionales, la academia y los estados. El sentido común plantea la autorregulación para impedir que los estados excedan su tendencia regulatoria y que el resto de actores –incluidas las plataformas digitales– mantengan el equilibrio, sin avasallar derechos ni arrogarse poderes.

La libertad de información debe garantizar, por tanto, la libertad de expresión y de prensa, generando un ecosistema digital que sea abierto, neutral y accesible para todos, en el marco del respeto a los derechos humanos.

Por ello, no podemos dejar de cuestionar el ejercicio censor que están practicando las plataformas digitales, decidiendo qué voz se escucha y qué voz no. Los gigantes del Internet se están transformando aceleradamente de Gran Hermano en juez planetario.

Después de los sucesos del 6 de enero en el Capitolio de los Estados Unidos, se cancelaron las cuentas del presidente Donald Trump en Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat, YouTube, Twitch y Tik Tok; se eliminó la red conservadora Parler en el hosting de Amazon y también fue retirada de los mercados de las apps de Apple y Google.

Nadie como Donald Trump puede ser aborrecido y exaltado al mismo tiempo. Él ha difundido información maliciosa y ha hecho de sus redes sociales armas para atacar a sus detractores. Sin embargo, la censura no es el camino para resolver la deuda que tiene Trump con la verdad.

La Declaración de Salta elaborada por la Sociedad Interamericana de Prensa en el 2018 y que complementa la Declaración de Chapultepec, suscrita por los Estados democráticos del Hemisferio, ha establecido el marco para analizar la libertad de expresión en la era digital y ya preveía el escenario actual, con las multinacionales del Internet ejerciendo, de facto, control sobre el libre juego entre las libertades de expresión y de prensa.

Un paso necesario es denunciar este hecho que es la punta del iceberg, una pequeña muestra de lo que puede ocurrir si no se pone un alto a estas amenazas que van directamente contra el espíritu mismo de la democracia y el bien común.