El derecho de la gente a decidir morir

Hoy que al mediodía se realizará una audiencia virtual en el 11° juzgado constitucional de la corte superior de Lima, para responder a la acción de amparo sobre el reclamo de Ana Estrada a morir con dignidad, es oportuno resaltar la importancia del derecho de las personas a tomar decisiones, incluyendo la de dejar de vivir.

Ana está lúcida, pero sufre, desde hace tres décadas, una polimiositis degenerativa que la obliga a estar en cama por veinte horas al día conectada a un respirador, que no tiene cura, y que la ha llevado a decidir ponerle fin a su vida con dignidad, en el marco de la legalidad, pues ella considera, con razón, que lo que está viviendo no es una vida.

Su demanda ya tiene más de un año ante unos jueces indolentes que no le otorgan a Ana el derecho a la libertad de concretar un final digno para su vida, mediante una muerte asistida.

En la audiencia de hoy el defensor del pueblo, Walter Gutiérrez, expondrá ante esos magistrados los fundamentos del pedido, el cual es respaldado, además, por el comité de ética de colegio médico del Perú.

Darle la razón a Ana, y a las personas que demandan el derecho de morir para evitar un sufrimiento indigno, constituye un paso adelante en la construcción de una sociedad donde haya la libertad de decidir en asuntos personales que son claves, y requiere derrotar a sectores conservadores que reclaman la potestad de decidir que la gente viva como ellos quieren que vivan.

Esto incluye respaldar otras iniciativas fundamentales en esa dirección, como la decisión que deben tener las mujeres a decidir sobre su propio embarazo y al eventual aborto, tal como se acaba de aprobar en Argentina en un acto histórico para la región que, tarde o temprano, debe llegar al Perú.

Y, también, al derecho a optar por el matrimonio entre personas del mismo sexo. O, asimismo, a la despenalización del uso de la marihuana.

El Perú será una mejor sociedad, mucho más digna, si avanza en la construcción e instalación de una agenda liberal donde las personas puedan decidir cómo vivir sin afectar al resto.

Pero, por ahora, el día de hoy, es importante respaldar el reclamo legítimo de Ana Estrada a decidir un final digno para su vida.

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