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La Sunat muestra nuevos dientes

Un argumento de la Sunat en esta hora es que no tiene información suficiente para una eficaz fiscalización de personas naturales y jurídicas.

El Estado que soltó los oportunos bonos y créditos que aliviaron el primer impacto económico de la pandemia, ha iniciado un camino de recuperación de sus fondos. Para ello busca atajar la evasión tributaria, aplicando una lupa a todas las cuentas en instituciones financieras con menos de S/ 10,000, que son muchas.

Se trata de empezar a ubicar y acotar a la evasión-hormiga que practica una franja modesta pero numerosa de agentes económicos informales (probablemente incluye ilegales) que disfruta de las ventajas de la bancarización. No hay que pensar solo en frutas y verduras; también en alquileres de inmuebles, o intereses de préstamos bajo la mesa.

La figura no es bonita, en cuanto obliga a bancos, financieras, cajas o cooperativas a informar a la Sunat sobre cuentas relativamente pequeñas. Ya era obligación dar cuenta al Estado sobre movimientos extraños de fondos; ahora la cosa informativa es sobre virtualmente todo el dinero que circula por sus arcas. Hay allí una confianza que se rompe.

El objetivo de la medida es saludable, pero está recibiendo críticas desde todas partes. Algunos hacen notar su inconstitucionalidad. Otros pronostican un fuerte éxodo de fondos bancarizados, lo que significaría un fortalecimiento de la informalidad financiera. Otros mencionan el peligro de que la nueva información pase de la Sunat a malas manos.

Un argumento de la Sunat en esta hora es que no tiene información suficiente para una eficaz fiscalización de personas naturales y jurídicas. Pero quienes se han topado con la Sunat tienden a coincidir en que sus métodos están sumidos en una cultura de la ineficacia, algo de lo que en realidad solo los buenos pagadores parecen quejarse.

Para el negocio financiero formal empieza una temporada complicada. A la caída de utilidades por la pandemia, ha seguido una disposición del Congreso para fijar tope a los intereses, y ahora esta nueva obligación de informar sobre las cuentas que alojan. Todo lo cual significa además costos adicionales para los usuarios de servicios financieros.

Pero si alguien tiene que pagar la cuenta de la pandemia, lo más razonable es que sean los dedicados a ahorrarse el pago de impuestos. El medio que la Sunat ha elegido para hacerlo es polémico; pero los mecanismos para cobrar impuestos siempre tienden a serlo.

La República

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