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La persona del año

“La mejor salida a la perversa álgebra de la polarización sería una persona genérica y colectiva, como el trabajador de la salud, sacrificado y mal pagado. Allí va mi voto”.

¿Hay algo parecido a un hombre o mujer del año para el 2020 en el Perú? Las circunstancias inclinan a pensar en alguien de las ciencias de la salud, aunque el tema ha alojado demasiado sinsabor y polémica como para lanzar a una figura. Algo parecido pasa con la política, donde la performance conflictiva ha sido igual o peor.

Quizás deberíamos resignarnos a que la persona del año no necesariamente sea una figura positiva, sino también alguien que ha sonado para mal. Personajes de esos tenemos muchos, pero volver a alguno de ellos como persona del año sería triste, y hasta de mal agüero. O quizás habría que extender el dominio de la competencia más allá de la salud y la política.

Si el tema es la presencia y el impacto en el espacio público a lo largo del año, el ubicuo Martín Vizcarra tiene las mejores posibilidades. En los últimos 12 meses ha sido sucesivamente presidente, expresidente y candidato al Congreso, cada una de estas pascanas envuelta en alta aprobación y fuerte cuestionamiento.

En una reciente encuesta Ipsos, Vizcarra sigue en 55% de simpatías, que es como decir de importancia. De otra parte, los ataques a su trayectoria personal son cada vez más enconados, y se han escalado cuando se decidió por el Congreso. Es evidente que sus enemigos lo ven como la catástrofe del 2020, pero estadísticamente no son muchos.

Que Vizcarra se haya dedicado a dar mensajes casi diarios sobre la pandemia, y que nos haya ido tan mal en ella, limita mucho la posibilidad de que aparezca una persona del año en el área de la salud. También en este tema todo mérito atribuido ha venido siendo inmediatamente desmentido, en un álgebra que anula toda posibilidad de prestigio.

En realidad no existe un espacio de consenso sobre la persona del año, como es la carátula del semanario Time en los EE. UU. Hubo un tiempo en que La República designaba a una, en cualquier área, con un cierto impacto. Pero luego los tiempos, es decir el retorno de la polarización política, complicaron un ejercicio que debe tener algo de consensual.

La mejor salida a la perversa álgebra de la polarización sería una persona genérica y colectiva, como el trabajador de la salud, sacrificado y mal pagado. Allí va mi voto.

La República

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