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¿Quieres ser presidente?

Muchos candidatos desesperados y pocas propuestas para el Bicentenario.

En estos días de tráfago político previo al cierre de la inscripción de fórmulas presidenciales y listas parlamentarias, un espectáculo que ha llamado la atención es el afán, casi desmedido, de algunos candidatos por este trámite, sin que tengamos tanta claridad sobre sus propuestas. ¿Para qué quieren ser presidentes o presidentas esos ciudadanos?

Una forma de medir el talante de quienes hoy se desgañitan tratando de lograr entrar en la carrera es su reacción frente a las recientes protestas sociales. Postulantes como Hernando de Soto mantuvieron un silencio extraño, decidor, que sugiere la poca conexión que tienen con una parte de la sociedad, con la juventud, con el torbellino digital incluso.

Otros como George Forsyth tuvieron una actitud cambiante, nebulosa, que puede revelar una falta de visión que, en esos días terribles, no podía tener un futuro estadista. Los candidatos que llegaron a criticar, o hasta a calumniar, a los manifestantes se pusieron en evidencia. Demostraron que estaban atascados en un pasado vergonzante.

También hay que exigirles a los profusos postulantes más precisiones sobre cómo manejarán la pandemia. Algunos parecen asumir que, para el 28 de julio del 2021, esta tormenta sanitaria ya habría amainado, cuando nadie –en todo el planeta– tiene certezas sobre eso. ¿Qué quieren hacer con el sistema de salud? ¿Unificarlo o dejarlo como está?

El candidato Rafael López Aliaga de Renovación Popular propone desaparecer algunos ministerios, como los de Defensa y Cultura. ¿Son realmente prescindibles? Y Verónika Mendoza, la candidata de Nuevo Perú, tiene como principal mantra de campaña la convocatoria a una nueva Constitución, una propuesta debatible pero insuficiente.

Una vuelta por los portales de algunos partidos en campaña sirve para corroborar que la preocupación suprema, en estos momentos, es si lograron inscribirse o no. Están poblados de noticias o comunicados al respecto. Al recorrerlos queda la sensación de que quieren invitarte afanosamente a una fiesta, aunque no se sabe exactamente para qué.

Resulta comprensible que la inscripción sea hoy la meta inmediata. Pero los ciudadanos tenemos derecho a saber qué mueve a estos personajes. ¿Quieren una economía que, otra vez, apele al piloto automático? ¿Les interesa el tema ambiental? ¿Creen en la reforma política? ¿Cuál es la novedad en el año del Bicentenario? Todavía estamos esperando esas respuestas.