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Pobreza pandémica

El COVID-19 dejará una secuela social que es indispensable enfrentar.

Era previsible, pero el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) ha ofrecido datos que lo confirman de manera dramática: en el balance del 2020, la pobreza monetaria crecería hasta casi un 10%, lo que significaría que 3,3 millones de personas más caerían en esa categoría como consecuencia de la pandemia.

Son las personas que hemos visto haciendo ollas comunes, como pueden en los asentamientos humanos; también quienes –contra viento, marea y contagio– salieron a vender lo que podían en las calles; o los ciudadanos que nunca, jamás, alcanzaron a tener un balón de oxígeno que los devolviera a la vida. Y menos aún una cama hospitalaria.

El golpe propinado por la pandemia a la salud y la economía estaría ya perfilándose en cifras. Antes de ella, ya había un 20,2% de pobres monetarios, que solo cuentan con 352 soles al mes para sus necesidades básicas; y un 34% de “no pobres vulnerables”, que destinan 584 mensuales al mismo fin. Estos últimos irían a engrosar al grupo anterior.

Si se suman ambos porcentajes tenemos que más de mitad de la población estaría aproximándose a una situación difícil, precaria. En el sector urbano el drama ya es visible y basta con darse una vuelta por zonas de distritos como San Juan de Lurigancho o San Juan de Miraflores. Pero en el sector rural el problema se torna aún más dramático.

Según la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Silvana Vargas, en este sector 9 de cada 10 peruanos son pobres monetarios o están en situación vulnerable. En la selva ese panorama es más desolador, y no es casualidad que las provincias de Puerto Inca (Huánuco), Padre Abad y Purús (ambas en Ucayali) sean las más vulnerables del país.

¿Cuántos indígenas o campesinos no recibieron ayuda durante la pandemia? Se hicieron esfuerzos en el gobierno de Martín Vizcarra y se hacen en el actual, pero estos guarismos indican que algo falló y sigue fallando. A nivel del alcance del Estado y a la vez debido a que, para una parte de la sociedad, hay ciudadanos invisibles.

Es urgente que esta situación se revierta con políticas públicas hasta que este Gobierno de transición entregue el poder en julio del 2021. Y es indispensable que los partidos en carrera para la presidencia tengan un plan efectivo para sacar o alejar a esos ciudadanos del abismo, en vez de arrojarnos a todos a otro despeñadero institucional.