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Algo de luz

“De sobra sabemos que, en lugar de contribuir al bienestar de los peruanos en estos tiempos de graves dificultades, la política fue una permanente fuente de inestabilidad y confrontación...”.

Sería sencillo hacer de esta columna un largo resumen de los horrores del 2020. Entre la pandemia, el descalabro económico suscitado por ella y la permanente crisis política, los peruanos hemos vivido uno de los años más complejos y dolorosos de nuestra historia. En él se han sumado la muerte, el encierro, la soledad, el desempleo, la indolencia, la violencia, la desesperación y el hambre.

Prefiero hacer lo contrario. Porque este sufrimiento acumulado durante estos doce largos meses sirvió para ponernos a prueba como país. Porque, como suele ocurrir, las peores dificultades sacaron lo peor de las personas pero sobre todo lo mejor.

Ante una de las mayores amenazas de los últimos tiempos, la humanidad reaccionó de manera conjunta, impidiendo que los devastadores efectos del coronavirus (que hasta el momento ha cobrado la vida de 1.75 millones de personas) no alcanzaran los extremos de otras pandemias como la gripe española (50 millones de muertos), la hepatitis B (60 millones de muertos), la peste bubónica (150 millones de muertos), el sarampión (200 millones de muertos) o la viruela (300 millones de muertos).

Para obtener estos resultados fueron fundamentales la velocidad de la información (que permite conocer las novedades virológicas casi al momento que ocurren, estar actualizado y facilita la coordinación entre las personas) y el trabajo de la ciencia médica que, fue capaz de producir una vacuna contra el COVID-19 en tiempo récord.

Para hacernos una idea de este logro, los primeros indicios de viruela se encontraron en una momia egipcia datada en el siglo III antes de Cristo y su vacuna recién fue desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Ahora ha pasado menos de un año desde la aparición de los primeros casos en Wuhan y el comienzo de la vacunación.

De sobra sabemos que, en lugar de contribuir al bienestar de los peruanos en estos tiempos de graves dificultades, la política fue una permanente fuente de inestabilidad y confrontación, que agravó nuestros problemas. Su punto más bajo fue la sucesión de la vacancia contra Martín Vizcarra, el breve y patético gobierno de facto de Manuel Merino de Lama y la llegada de Francisco Sagasti a la presidencia de transición, pero hubo otros momentos igualmente complejos, como el inicio del caso Lava Jato que incluye a toda nuestra clase dirigencial, el indefendible indulto a Alberto Fujimori o la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski.

Esta inestabilidad no se ha extinguido con la llegada de Sagasti al poder y lo más probable es que continúe luego de las elecciones de abril entrante. Sin embargo, esta podredumbre sirvió para que, por encima de nuestra diferencias, los peruanos demostráramos el valor que damos a la democracia y la libertad, triunfando en la gesta de recuperarlas en las calles.

Raúl Tola

El diario negro

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.