¡A mí con terruqueos!

Mi madre es una mujer de 75 años, una persona sencilla que le gusta estar informada y que recientemente descubrió las bondades del WhatsApp, seguro pronto conocerá también su lado perverso. En los últimos días de convulsión social ha estado atenta a los reclamos de los agricultores y en unos de sus noveles grupos de chat recibió un mensaje que terruqueaba a los protestantes. Me enseñó el mensaje y dijo “estos nos creen cojudos, ¿no?”. Sonreí y la abracé.

Los envidiosos dirán que mi madre es roja, proterruca o parte de una secta caviar. O mejor aún, de la “izquierda radical”, una de las etiquetas que se les impone a quienes se atreven a reclamar algún derecho o denunciar un abuso. Esos psicosociales ya no funcionan como antes, ya no es tan fácil engañar a inocentes como mi madre. Ella ve los noticieros de señal abierta, pero en su teléfono le “rotan” noticias de medios independientes como #LaEncerrona, IDL Reporteros y Ojo Público, entre otros.

Las redes sociales y plataformas de mensajería pueden ser agobiantes y tóxicas, pero también permiten desmantelar rápidamente noticias falsas, campañas de desinformación y/o difamación. Mi mamá lee y comparte en el chat de sus amigas, las del barrio, y hasta las llama por teléfono para contarles la “verdad”. “Por qué pues, estos sinvergüenzas, van a llamar terroristas a todo el mundo. ¡A mí con terruqueos!”, la escucho decir.

Ella proviene del campo, nació y creció en lo que fue el complejo azucarero de Pucalá. Mi abuelo trabajó como jornalero, de sol a sol, y mi abuela lavaba ropa, demasiada, suele recordar mi madre. “Éramos pobres”, dice con cierta tristeza, aunque recuerda que el “patrón” les daba leche, carne y huevos, además de la muy humilde casa en la que vivían. Para mi madre la Reforma Agraria tampoco fue la solución, no dejaron de ser pobres.

Pasaron de un tipo de explotación a otra, la de empresarios abusadores que justifican salarios miserables. Lo que no ha cambiado es la indiferencia y abandono de los gobiernos y políticos. Le pregunto a mi madre “¿quién crees que es el responsable de los bloqueos y la violencia?”, piensa unos segundos y responde, el Estado. Ella sabe.