Entrada gratis al Parque de las Leyendas: ¿cómo acceder?
Fuertes lluvias desde este jueves 28 de marzo

El año más largo

“Pero el virus, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí”.

Un paciente me hizo notar que entre la sesión del lunes 9 y la del lunes 16 de noviembre, habíamos tenido tres presidentes de la República: Vizcarra, Merino y Sagasti. Este dato proporciona una idea de la intensidad con la que estamos viviendo este 2020 que aún no termina. Cada vez que irrumpe un acontecimiento (la muerte de Maradona, el descenso del club Alianza Lima o el retorno de la difteria en nuestro país), el humor negro de las redes exclama: ¡basta ya 2020!

Es inobjetable que ha sido un periodo nefasto. La pandemia ha cubierto con un velo blanco, mortífero, las vidas de millones de personas alrededor del mundo. Muchos han experimentado en carne propia los embates de la enfermedad COVID-19. Otros han sufrido la pérdida de sus seres queridos, o bien sufren la angustia del contagio. La salud mental se ha visto erosionada a niveles inconcebibles, dejando al descubierto nuestras clamorosas deficiencias de atención para las personas desprovistas de recursos económicos.

Los trastornos de ansiedad o la depresión han acompañado a la pandemia como jinetes apocalípticos (o Nazgul, para los lectores de Tolkien). Los esfuerzos del Estado y de algunos colegas en el sector privado, para socorrer esta demanda aluvional, han sido notoriamente insuficientes. A todo lo cual es preciso añadir la brutal caída en la economía, que ha dejado a millones de compatriotas en condiciones todavía más precarias.

El año no concluye pero la gente ya no da más. Se advierte una peligrosa, temeraria normalización de la vida. Una persona, irónicamente, me decía: “Se terminó el COVID”. Pero el virus, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí. Inexplicablemente, se toman medidas como reabrir los casinos. Es comprensible que la gente, harta o desesperada, intente recuperar el tiempo perdido. No como Proust, revisando el pasado para pergeñar una obra maestra, sino negando la realidad a riesgo de sus vidas y la de las personas más vulnerables. No lo es que el Estado ignore todo lo que ya se sabe sobre los aerosoles y su propagación en lugares cerrados como los casinos (cuya proliferación es motivo de debate en términos de salud mental).

Antonio Cisneros distinguía en un poema entre lo fasto y lo nefasto. La esperanza de las vacunas puede ser el mejor ejemplo de lo primero. Para poder ponérsela, sin embargo, es indispensable seguir con vida el 2021.

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.