ONP, mayo 2024: cronograma de pagos

Que el honor se divise

La renovación del alto mando policial ha sido una decisión dramática que tiene que dar resultados.

El pasado 30 de noviembre, mientras un equipo de la PNP arriesgaba su vida para rescatar a tres niños pastores de cabras atrapados en un islote del río Urubamba, en el Cusco, un efectivo policial, presuntamente ebrio, disparaba al aire y golpeaba a dos mujeres en los Barrios Altos de Lima. Dos caras tan distintas de una misma institución.

¿Cómo se puede amenguar esa confusa sensación de admiración y desencanto que provoca la Policía en el sentimiento ciudadano? La semana pasada, el presidente Francisco Sagasti tomó una decisión dramática: pasar al retiro a 18 altos mandos policiales y nombrar como nuevo comandante general de la PNP al general César Augusto Cervantes Cárdenas.

Lo hizo en su calidad de jefe supremo de la Policía Nacional y con la facultad que tiene de otorgar los ascensos en esta institución (artículos 167 y 172 de la Constitución). Apoyándose a su vez en el artículo 8 del Decreto Legislativo 1267, que señala que, cuando se designa como la más alta autoridad policial a un oficial menos antiguo, los que le anteceden pasan al retiro.

Si bien el anuncio ha causado reacciones dentro y fuera de la misma PNP, se deben considerar los motivos que llevaron a esta decisión. Por un lado, la violenta represión policial desatada en el breve y turbulento período en el que Manuel Merino de Lama tomó el poder, cuando se pusieron en escena métodos que ya se creían desterrados del accionar policial.

El teniente general Jorge Lam, quien es uno de los pasados al retiro, estuvo a cargo de las operaciones que –cómo olvidarlo- fueron ordenadas por Merino y su premier Ántero Flores-Aráoz. En la lista también figuran los generales Héctor Petit y Edwin Manay, ambos investigados por la adquisición irregular de material para el personal en el marco de la pandemia

¿Puede haber algo más deshonroso que esto último? Ahora flota incluso el rumor de una posible huelga policial, algo que sería desastroso para el país. La decisión del presidente ha sido difícil, pero podría renovar una institución que, con urgencia, tiene que recuperar la confianza de la ciudadanía. Los policías sacrificados, los oficiales honestos deben prevalecer sobre los que perpetran malas prácticas. Es indispensable que el honor de la PNP se divise y se respire día a día.