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El espíritu de 1993

“Todas las críticas a la C-93, y su defensa, son debatibles. Un tema central es la subsidiariedad del Estado, que atraviesa toda la Constitución”.

Se ha levantado el cerrojo de la Constitución de 1993. Así lo ha dicho el presidente Sagasti. El partido ya se está jugando, aunque algunos aún no entran a la cancha.

Todas las críticas a la C-93, y su defensa, son debatibles. Un tema central es la subsidiariedad del Estado, que atraviesa toda la Constitución –y no solo el régimen económico–. No se trata de los subsidios conocidos: al precio del balón de GLP o a la exoneración de impuestos a las empresas.

La subsidiariedad implica la supremacía del sector privado en todas las actividades económicas y sociales. Solo allí donde no quiera o no pueda entrar el privado, podrá entrar el Estado, de manera subsidiaria (complementaria).

Así lo dijo Torres y Torres Lara en el CCD: “El Estado tiene que ser subsidiario. Tenemos que lograr un país donde los ciudadanos posean los recursos suficientes para que puedan atender sus necesidades de salud, de educación, de alimentación, y no estar dependiendo de los favores del Estado (sic). Por supuesto, el Estado debe intervenir donde no exista una economía que satisfaga esas necesidades, de tal manera que la suya tiene que ser una acción de carácter complementario” (Diario de Debates 1993, www.congreso.gob.pe).

¿Favores del Estado en salud y educación? Esa es la madre del cordero. Es el espíritu del 93 que pervive en el MEF. Por eso las inversiones públicas en salud y educación son bajísimas. Hoy con la pandemia se ven los resultados.

Algunos ejemplos más. En el 2005 el Estado le pudo decir al inversionista de Bayóvar que no se lleve toda la roca y que ponga acá una planta de fertilizantes para millones de agricultores. Nada. Igual con las redes de fibra óptica para 1.500 distritos, que debieron estar listas hace años para mejorar la competitividad y la educación a distancia. Nada. Ganó la subsidiariedad (las APP), que ha sido un fracaso. Y de impulso del gobierno a la diversificación productiva para tener nuevos motores, tampoco nada (oiga, el Estado es subsidiario).

El respeto a los equilibrios macroeconómicos no es exclusivo del modelo subsidiario. Está vigente en muchos países, por ejemplo, en Corea del Sur, con sinergias entre el sector privado y el gobierno como regulador y actor. Con esa economía mixta (1), Corea es hoy una potencia industrial. Quizá no lleguemos a tanto, pero en este debate –donde la CEPAL nos dice que el actual modelo está agotado– bien podríamos darle una mirada.

1) Ver: https://globaledge.msu.edu/countries/south-korea/memo

La República

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