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Avanza la transición

El espíritu de la reconciliación, con memoria y sin impunidad, es mayor que el espíritu del 9 de noviembre.

La consolidación del gobierno del presidente Francisco Sagasti avanza mediante el diálogo y los necesarios cambios que se derivan de las jornadas democráticas contra el golpe parlamentario del 9 de noviembre. De cara a la presentación del gabinete en el Congreso, el próximo 3 de diciembre, el jefe del Estado y la presidenta del Consejo de Ministros realizan contactos con los partidos e instituciones para darle contenido a la transición.

La discusión del presupuesto que culminará en unas horas será la oportunidad para que los partidos que se han expresado en favor de la gobernabilidad y que han prometido dejar atrás la conducta obstruccionista contra el Ejecutivo, practicada contra el gobierno anterior, no esperen al voto de confianza y respalden la aprobación de un presupuesto responsable que impulse la reactivación y la cobertura de las expectativas sociales.

En un balance de lo que se dice y se hace, la realidad ofrece un cuadro de normalización de la vida nacional, matizada por la resistencia del espíritu del 9 de noviembre. No todos se han autocriticado, y algunos de los que reconocieron haber errado en respaldar la vacancia vuelven a las andadas, aunque verbalmente.

Ese espíritu, por ejemplo, se esmera en su intento de manipular a la Policía, presentando la reforma y la investigación de la represión policial y su resultado mortal como un ataque a la PNP. No lo han logrado, pero es claro que su juego es rudo y desesperado. A esa misma nostalgia golpista se deben algunos discursos en el Congreso.

La reconciliación nacional es compatible con la memoria, y no puede ser alcanzada a través del silencio y la impunidad. Es por ello reprobable la destrucción de las expresiones artísticas en homenaje a los jóvenes asesinados el 14 de noviembre. Por la misma razón, son dañinos para el propósito del reencuentro los discursos que intentan manchar la memoria de los fallecidos y relativizar el papel de los jóvenes.

La conciencia cívica de los peruanos ha derrotado un golpe. Algunos comprometidos con este fracasado acto se resisten a aceptarlo, juegan al lenguaje revanchista y amenazan con denuncias a la prensa democrática, inclusive. A pesar de ello, el espíritu de la transición es infinitamente mayor que el espíritu del golpe.