¿Volverán los días fríos en Lima? Senamhi aclara

Idas y vueltas de los mercados “autorregulados”

“Las Constituciones de Chile y Perú se elaboran con el sello de la subsidiariedad y hoy existen fuertes movimientos sociales que las cuestionan y plantean un nuevo contrato social”.

En los últimos 240 años, desde “La Riqueza de las Naciones” de Adam Smith, los conceptos de orden natural, homo economicus, laissez faire, libre competencia y mercados autorregulados han sido, durante la mayor parte del tiempo, la base de la teoría y la política económica de las economías capitalistas.

En el siglo de oro del liberalismo clásico, hasta 1914, la creencia en un orden natural de procedencia divina se constituyó en la base doctrinaria de la gran transformación de las sociedades industriales en Europa y otros países avanzados. De la mano con este orden natural, tanto la creencia en la necesidad de un Estado mínimo que no intervenga en el mercado (se autorregula con la Ley de Say) como el “logro” de que las leyes económicas tengan primacía sobre la sociedad y del Estado, son el origen de la gran crisis del capitalismo, desde 1914 hasta 1945.

Esto produce la gran crisis de legitimidad del pensamiento clásico. Uno de los primeros críticos es Karl Polanyi, quien cuestiona el orden natural, la utopía de los mercados autorregulados y desarrolla la tesis de que las sociedades rechazan la invasión del “libre mercado” en las relaciones económicas y sociales de la época. Esa es la causa de la I Guerra Mundial, la revolución rusa, las crisis económicas, el fascismo y la Gran Depresión de los años 30.

En la misma época John Maynard Keynes critica también la teoría del orden natural y afirma que la economía es una ciencia moral, pues está relacionada con expectativas, probabilidades e incertidumbres. Por ello, su “material de prueba” no es constante ni homogéneo y los métodos de las ciencias naturales son inapropiados para la economía. Keynes deja de lado la tesis de los mercados autorregulados y afirma que la insuficiencia de la demanda debe corregirse con la intervención del Estado. Sus tesis no tienen como objetivo la sustitución del capitalismo sino “reparar el dínamo del auto” (Krugman dixit).

El auge del keynesianismo y del Estado de bienestar se da en los “treinta gloriosos” que siguen a la II Guerra Mundial, sobre la base de la reconstrucción de Europa y Japón, de un acuerdo monetario internacional y de un multilateralismo potenciado por los acuerdos de Bretton Woods. Termina con la crisis de 1974-75.

Es ahí que el orden espontáneo planteado por Friedrich Hayek –se venía incubando desde 1938– revive la tesis de los mercados autorregulados: el eje es la lucha contra toda planificación, ya sea socialista o del Estado de bienestar. La libertad económica tiene la primacía y el mercado es la base de esa libertad. El Estado solo debe tener un rol subsidiario (residual). La democracia de las mayorías puede interferir su desarrollo. Para Hayek como para los clásicos, el orden espontáneo es superior al orden artificial. El mercado es, a la vez, el medio y el fin.

Hayek plantea la necesidad de un Estado que desmantele el Estado de bienestar como condición para recomponer las relaciones sociales. El eje es la subsidiariedad del Estado en la actividad económica, para que la actividad privada vuelva a sus características naturales. Este neoliberalismo se convierte en corriente dominante desde 1980 y hoy atraviesa una crisis de legitimidad en los países avanzados, sobre todo después de la crisis del 2008 y por el peligro de la destrucción del planeta por los intereses económicos de las industrias fósiles, basadas en el “libre mercado”, cuyas emisiones causan el efecto invernadero.

El neoliberalismo llega a América Latina en los 90 con el Consenso de Washington. En casi todos los países se aplican políticas de libre mercado y del rol subsidiario del Estado, aunque buena parte de ellos giran, desde la primera década de este milenio, a políticas distintas. Las Constituciones de Chile y Perú se elaboran con el sello de la subsidiariedad y hoy existen fuertes movimientos sociales que las cuestionan y plantean la necesidad de un nuevo contrato social.

.

.

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.