Un presidente para ir al Bicentenario

Francisco Sagasti Hochhausler puede ser, pese al breve período que liderará el Perú, un gran presidente pues ha llegado en el momento de su vida y en una circunstancia del país que pueden contribuir al alineamiento de varias condiciones que pueden ayudar a que, en los próximos nueve meses, se recupere la ilusión de un futuro estimulante para todos los peruanos.

Por un lado, sobre su trayectoria, Sagasti llega a la presidencia de la república a los 76 años, con la acumulación de experiencia y conocimiento formidables para una tarea en la que hoy se requiere más sensatez y sabiduría que ambición y audacia, pues la agenda que debe desarrollar es, siendo compleja de alcanzar, fácil de plantear.

Esta incluye la derrota a la pandemia, la recuperación de la economía y del empleo, la lucha anticorrupción y el apoyo a la realización de una elección impecable y una transición ordenada y eficiente hacia el gobierno que se instale en la fecha del bicentenario.

Para ello, Sagasti cuenta no solo con el conocimiento suficiente para elegir a las personas indicadas para cada posición de gobierno, y el sentido común para optar en cada caso, sabiendo lo que es realmente posible alcanzar con los recursos y el tiempo disponible, sino con la valiosa experiencia de ocho meses en el congreso en el que debe haber establecido, gracias a su carácter concertador –a veces con exceso–, relaciones que le serán muy útiles.

De otro lado, luego del accidentado trayecto de la política en los últimos cuatro años y, especialmente, en las últimas cuatro semanas, varias de las fuerzas antidemocráticas instaladas en el Congreso y sus satélites mediáticos están muy débiles, por el fracaso estridente de sus iniciativas golpistas.

Y, también, por el rechazo demostrado por varios sectores cruciales del país, empezando por la calle, con el respaldo de más del 90% de la población; el sistema internacional; la inversión privada; y las fuerzas armadas apegadas a la constitución, entre varios otros.

Obstáculos habrá, sin duda, pero tanto el nuevo presidente como las condiciones del país pueden contribuir a superarlos y a que el país llegue al bicentenario con la ilusión y la confianza de que se puede construir un futuro mejor para el Perú y para los peruanos.

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