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Una rebeldía espléndida

Espero que hayan escuchado la voluntad popular. De lo contrario, no tengo la menor duda de lo que ocurrirá: esos millones de jóvenes valientes en todo el país saldrán a marchar y los obligarán a retroceder.

Lo que han logrado los jóvenes peruanos en estos días es memorable. Les debemos un inmenso agradecimiento por haber salido a las calles a defender la democracia y, de paso, demostrar que tildarlos de individualistas e indiferentes era un grosero prejuicio. Me enorgullece que mis hijas hayan participado de esta gesta histórica, retratada a la perfección por la maravillosa foto de Sebastián Castañeda. En esa imagen destaca la bandera del Perú, sobre un claroscuro de cuerpos en sepia, combatiendo la feroz represión de la policía. Renato Cisneros la ha comparado, con acierto, con la pintura La Libertad guiando al pueblo (1830), de Delacroix.

Como muchos otros padres, tuve miedo de la violencia que podía dañarlas a ellas y a todos los demás jóvenes que se rebelaron y tomaron las calles, sus calles (también del COVID-19, pero esa es otra historia). Me causan un pesar inmenso los asesinatos de Jack Bryan Pintado Sánchez (22) y Jordan Inti Sotelo Camargo (24). Podrían haber sido mis hijos. Espero que cuando lean esto no haya más fallecidos, porque hay muchas personas que aún no han aparecido.

Esas muertes nos enlutan y comprometen a exigir justicia hasta las últimas consecuencias. La violencia de la policía no fue un desborde puntual. Un régimen autoritario “pensó” que podían amilanar a la juventud gaseándolos, apaleándolos, baleándolos. No lo consiguieron. Lo único que lograron fue dejar en claro quién era quién en esta crisis. De un lado los ultraconservadores como Ántero Flores-Aráoz, el Opus Dei, los sectores más retrógrados de la política y la economía y, manejando los hilos en la penumbra, la mafia de las universidades y el lavado de activos. También muchos medios de comunicación que cumplieron un papel nefasto al intentar distorsionar lo que todos veíamos en sus propias imágenes. Del otro lado estaban, están, la rebeldía juvenil, la libertad, la esperanza, la democracia.

Ahora Merino cayó y, mientras esto escribo, el Congreso tiembla mientras conspira. Espero que hayan escuchado la voluntad popular. De lo contrario, no tengo la menor duda de lo que ocurrirá: esos millones de jóvenes valientes en todo el país saldrán a marchar y los obligarán a retroceder. Congresistas de toda laya: miren con atención la foto de Sebastián Castañeda para que entiendan con quién se están metiendo. Quedan advertidos.

La República

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