La calle se va a tumbar al señor Merino
La gran marcha de protesta de ayer puede crecer mucho.
La calle puede ser el factor clave que desaloje a Manuel Merino del palacio de gobierno al que llegó el martes, pues él está encarnando la indignación ciudadana por muchos motivos, pero que en esta crisis parten de la decisión del congreso de capturar el gobierno.
La espectacular marcha de protesta nacional de ayer, realizada en varias ciudades del país, y en varias zonas de la capital, constituye una advertencia clara y contundente del rechazo de la población al nuevo gobierno conformado a partir de la destitución del expresidente Martín Vizcarra.
Pero Vizcarra no es alguien que esté siendo defendido en la protesta nacional. Lo que se cuestiona es una política peruana en general que, con muy pocas excepciones, escapa de la corrupción, la mediocridad y la falta de capacidad de sintonizar con la gente.
El congreso siempre es repudiado por la población, y el actual ha conseguido, en poco tiempo, construir un rechazo que puede llegar más lejos de lo que imaginan sus protagonistas de hoy.
El señor Merino es, en ese sentido, la expresión de ese desprecio ciudadano, pues ha logrado ponerse en el vértice en el que confluyen el congreso y el ejecutivo capturado el lunes.
A pesar de los grandes problemas del gobierno de Vizcarra, con índices muy malos de salud y de economía en el combate al covid-19, su enfrentamiento al congreso le permitió tener aceptación relevante en la ciudadanía.
Pero Merino no contará con eso. Al contrario, será un gobierno muy impopular y al que la gente no le perdonará nada, lo cual, en un contexto de pandemia y de fuerte desempleo, será el factor que llevará a la ciudadanía –especialmente los jóvenes, donde los ‘ninis’ han crecido en la pandemia del 20% al 50%– a una protesta masiva y sostenida que lo debilite mucho más.
Peor aún, la designación de un gabinete ministerial excesivamente conservador –al margen de los méritos individuales de algunos de sus integrantes–, con, por ejemplo, un ministro de educación descalificando la marcha como supuestamente convocada por el terrorismo, o un titular de trabajo perdido en la huachafería pomposa, le impedirá conectarse con una indignación ciudadana que puede crecer hasta tumbarse a Merino. Él se lo buscó.
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