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Bolivia, Chile, el Perú

“Ojalá que los chilenos elaboren una carta a la altura de los tiempos. Y ojalá que el próximo presidente peruanos carezca de fundadas acusaciones de corrupción...”.

“Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”, dice el refrán. Lo que obliga a analizar las elecciones bolivianas del último domingo y el plebiscito chileno de mañana.

Está claro que, por encima de los errores personalistas y de graves excesos, la Bolivia de Evo Morales ha sido una contundente demostración de que es posible mantener la estabilidad macroeconómica y el (notable) crecimiento económico, junto con una política de redistribución, inclusión y disminución de las desigualdades.

Las elecciones del domingo pasado permiten a los bolivianos recuperar esa senda. El respaldo ha sido abrumador. El electo presidente Luis Arce y su vicepresidente David Choquehuanca deben asegurar ahora que la vida democrática se mantenga incólume, evitar todo nuevo personalismo y retomar el camino del crecimiento inclusivo. En base a la capacidad autocrítica y la voluntad de diálogo que ya han anunciado. Y a partir de los logros antes mencionados.

Por el lado chileno, el plebiscito que se realizará mañana, domingo 25, sin duda, iniciará la marcha hacia una nueva constitución que deje atrás la herencia de Pinochet. La sola convocatoria al plebiscito, producto de la conmoción popular, revela dos cuestiones centrales:

La primera es que la tolerancia tiene un límite. El abismo entre políticos y ciudadanía, aún donde, como en Chile, subsisten partidos, se vuelve insoportable. La política tiene que volver a la gente y los políticos no pueden seguir siendo un mundo aparte.

Como le dijo a los chilenos el sociólogo catalán Manuel Castell, que inició su prolífica vida académica en los años 60, enseñando en la FLACSO de Santiago: “Lo que está pasando en Chile no es excepcional para nada. Es un fenómeno global”.

La segunda cuestión es que las constituciones provenientes de regímenes autoritarios, a la vez mercantilistas y neoliberales, son muy frágiles. Las nuevas realidades, conciencias y demandas, las pulverizan. Lo que debe ocurrir, a la larga y con mayor razón, tratándose de una carta impuesta mediante una consulta popular cuya limpieza dejó graves dudas. Como fue el caso de la constitución peruana de 1993, aprobada en un referendo que fue cuestionado con datos muy concretos por el magistrado Juan Chávez Molina. Y que reemplazó a la equilibrada constitución de 1979, elaborada principalmente por legisladores del APRA y del PPC, y que los constituyentes izquierdistas se negaron a firmar y hoy añoran.

Lo cierto es que el próximo domingo 11 de abril deben haber dos elecciones en esta parte del mundo: la chilena, de constituyentes; y las elecciones generales del Perú.

Ojalá que los chilenos elaboren una carta a la altura de los tiempos. Y ojalá que el próximo presidente peruano carezca de fundadas acusaciones de corrupción. De todas maneras, como ha dicho Mirko Lauer, “su mandato no va a ser un corte con el actual estado de cosas, sino una prolongación del nudo gordiano en el que estamos viviendo”. O sea, el caos de lo insustancial.

La esquiva vacancia por incapacidad moral permanente, que se inauguró, inevitable, con la fuga Alberto Fujimori, seguirá siendo espada de Damocles de nuestra vida política.

La irrelevancia de los partidos y la superficialidad de sus agendas seguirán alimentado la fragmentación y el escepticismo.

Peor aún sería si tuvieran eco los mal disimulados llamados a que las fuerzas armadas no avalen “comportamientos inconstitucionales ni hechos de presunta corrupción”; es decir, los llamados a que, ante la presunción, los militares sustituyan a los jueces, sentencien y depongan.

Nada bueno puede pronosticarse, a menos que surja un movimiento genuinamente popular que recupere la democracia y del cual no existen, por ahora, signos evidentes.

Chile manifestantes Foto: EFE

AME3216. SANTIAGO (CHILE), 22/10/2020.- Personas adherentes a la opci�n "Apruebo" del pr�ximo plebiscito en Chile se manifiestan durante un banderazo de cierre de campa�a, este jueves, en Santiago (Chile). Partidarios de reemplazar la Constituci�n chilena, heredada de la dictadura, bland�an este jueves banderas nacionales y gritaban "S� se puede" frente a La Moneda, sede presidencial, mientras al oriente de la capital los partidarios de mantener el actual texto realizaban una caravana. Chile puso punto final as� a una campa�a electoral de dos meses, marcada por la pandemia, los estragos econ�micos derivados de la cuarentena y una crisis social sin parang�n desde el retorno a la democracia, con multitudinarias marchas y graves desmanes, que provocaron una treintena de muertos y miles de heridos. EFE/ Elvis Gonz�lez

Rafael Roncagliolo

Cara al futuro

Rafael Roncagliolo. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.


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