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Elsa

“Y es que los trabajos históricamente precarizados y no remunerados tienen rostro de mujer y están arraigados a las labores domésticas y de cuidados, ‘la cara B del sistema’”.

La madre de mi madre se llama Elsa. Y puedo decir que no es mi abuela, sino mi mamá. No fue de las que te ofrecían caramelos por debajo de la mesa ni a la que veías una vez para la cena de Navidad. Elsa se convirtió en mi madre aunque no me parió porque se dedicó a mi crianza desde que nací. Fue costurera, cocinera, lavandera, mecánica y tantos otros oficios que la sociedad machista en que vivimos insiste en encasillarlos como “amor”, y que algún escritor una vez dijo que son parte de nuestra naturaleza por ser mujeres. No es así. Es trabajo.

Elsa ya no cocina ni lava. Ahora, a sus 91 años, teje como lo hace desde que tengo uso de razón. Para algún familiar, para sus amigas, para ella, para nosotros, y es parte del 61.7% de adultas y adultos mayores que, pese a acumular décadas de labores, no reciben una pensión social. Según datos del INEI, de esa cifra, un 71% está conformado por mujeres.

Y es que los trabajos históricamente precarizados y no remunerados tienen rostro de mujer y están arraigados a las labores domésticas y de cuidados, “la cara B del sistema”, según la economista feminista Amaia Pérez Orozco, quien además se preguntó: ¿Por qué a mayor valor social, menor valor de mercado? Hacen falta políticas públicas que reconozcan que el trabajo de miles de mujeres sirve como base del bienestar físico y emocional de las personas, aunque no tanto del de ellas.

Estas mujeres forman parte de una estructura social y económica que ha sido desvalorizada; ignorando que resultan imprescindibles para que la sociedad misma funcione. El sistema de cuidados está en crisis y continuará así hasta que estos trabajos no se reconozcan como tales: que estén visibilizados, remunerados, en condiciones dignas. Es una cuestión de derechos para las mujeres y contra las desigualdades sociales que tenemos enquistadas y normalizadas.

Feliz cumpleaños, Elsa, peque, por ser faro, ancla y soporte; por representar el trabajo y la terquedad, porque eres parte de una lucha justa y colectiva.

Lucia Solis Reymer

Casa de Brujas

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.