¿Estamos listos para viajar?

Listos o no, ya la gente empezó a viajar. Machu Picchu, el mayor atractivo turístico del Perú, abre sus puertas el primero de noviembre. Otros lugares (costa, sierra y selva) ya están recibiendo visitantes. Ante la demanda del turismo de proximidad se recomienda propuestas interesantes de norte y de sur para diversificar la oferta y evitar aglomeraciones.

Si hemos aprendido la lección nuestra cultura de viaje se ha enriquecido y somos responsables, solidarios y respetuosos con la gente del lugar que visitamos, con quienes se cruzan en nuestro camino, con esa maravillosa naturaleza que, a pesar de haber sido vulnerada, sigue siendo generosa y está allí esperándonos.

Viajar tiene un nuevo significado, a partir de la pandemia, a partir del aislamiento obligatorio, a partir de lo que aún estamos viviendo. Prioricemos la seguridad y seamos juiciosos ante cada protocolo que permita una grata y sana convivencia entre viajeros y anfitriones.

Es importante darnos cuenta y poner en práctica el concepto de comunidad y de apoyo mutuo. Hay que pensar siempre en el otro y poner a la salud como principal emblema en cada una de nuestras actividades. El relajarse no quiere decir quitarse la mascarilla o dejar de mantener la distancia física. Relajarse significa protegerse y cuidarse para convivir con respeto.

El virus sigue entre nosotros y aprender a vivir con él, implica ser cautelosos y honestos con nosotros mismos y con los demás. Seamos agentes de cambio. Agreguémosles alma a nuestros recorridos. Ante la desmasificación de puntos clásicos de visita tenemos como opción el Turismo Rural Comunitario.

Es urgente integrar a la oferta destinos locales para viajeros de la misma región. En la provincia de Bongará (Amazonas) tenemos a Gocta o a Yumbilla. Al Lago Pomacochas o a la Chinata y si estamos dispuestos a la aventura confiaremos en el guiado de los amigos de San Jerónimo y llegaremos a los sarcófagos del cerro El Tigre.