No, señora ministra

El ámbito privado ha sido siempre la cárcel de las demandas políticas, sociales y económicas de las mujeres. Lo público le pertenece a otros, al grupo que forma y mantiene su supremacía en este sistema patriarcal: no solo los hombres, sino también quienes se terminan develando como figuras funcionales a este sistema machista.

Por el contrario a lo que muchos podrían pensar, ser mujer no te hace feminista; mucho menos reconocer las diferencias sexistas y estructurales que nos afectan. Te hace feminista el más profundo y doloroso proceso de autointerpelación, deconstrucción, de apuesta por una sociedad igualitaria, inclusiva, diversa; y de todo lo que este cambio de perspectiva acarrea.

En un Estado que suele ser cómplice de todas las formas de violencia de género por falta de políticas públicas efectivas, las feministas somos vigilantes de la mujer que debería representar nuestros derechos y velar por la integridad de cada peruana. Por eso no, señora ministra, ni el acceso al aborto terapeútico es un “tema de conciencia”, ni el derecho de las parejas homoparentales a adoptar es una cuestión “de alcoba”.

¿Qué nos espera a la mitad mayoritariamente violentada del Perú si la ministra de la Mujer expone estos argumentos discriminatorios y homofóbicos para cientos de niñas que terminan siendo sometidas a la tortura de un embarazo y maternidad forzada, y para tantas familias diversas a quienes se les exige explicaciones, pero se les niega derechos?

Que Rosario Sasieta desconozca que el aborto terapeútico es legal en el Perú desde 1924 y que no es un asunto de conciencia, sino una conquista en cuestiones de salud reproductiva, indigna. Que la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables le diga temas “de alcoba” a la lucha de Jenny y Darling, Morayma y Karenina, Vania y Fiorella, y tantas otras parejas, revela que el enfoque de género no es prioridad del ministerio que debería tenerlo internalizado. Nos dice que mujeres y poblaciones vulnerables estamos desprotegidas.