El uso fácil de lo “popular”

En política, el término “popular” se utiliza para seducir. Todos los partidos quieren llegar a ser populares, al punto que muchos de ellos, aquí y en todo el mundo, emplean el adjetivo de marras como un aviso dirigido al “pueblo”, con la estratégica finalidad de comunicarse directamente con el “pueblo”, porque del “pueblo” salen los votos que pueden llevarlos al poder. Truco básico y barato de marketing, tal envoltura semántica, más en estos tiempos.

En la escena local, tenemos a Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), Acción Popular (AP), Partido Popular Cristiano (PPC), que fueron los primeros. Más recientemente, llegó Fuerza Popular (FP) y acaba de incluirse Renovación Popular, el nuevo nombre de Solidaridad Nacional. Habría que analizar si realmente son del “pueblo” quienes fundan y dirigen esos partidos, es decir, según la RAE: perteneciente o relativo al "pueblo o a la parte menos favorecida del “pueblo”, peculiar del “pueblo” o procedente de él o que está al alcance de la gente con menos recursos económicos.

El mensaje facilista es claro: “oigan, señores pobres, por si acaso yo soy del pueblo y para el pueblo, o sea, de ustedes, no lo olviden cuando voten”. Se trata de un anzuelo que pretende pescar la mayor cantidad adherentes en las urnas. El truquito, el pequeño engaño inicial, es vestirse de pueblo, es decir, con piel de oveja, frente a la masa o, por lo menos, maquillarse. El resto de estafas viene luego.

Ningún partido, salvo, por ejemplo, algunas excepciones supremacistas, utilizarán el término opuesto: elitista, privilegiado, selecto, etc., para elecciones. ¿Se imaginan? Fuerza elitista, Acción Selecta, Alianza Privilegiada Revolucionaria Americana. Demasiada honestidad no corre. Aunque nunca quede claro a cuál “pueblo” se dirigen, ni qué cosa consideran “pueblo”, lo que sí queda claro es que el primer “populismo” con fines electoreros es la palabra “popular”. Atento.