En perder está el gusto
“Dejemos de lado el inenarrable episodio que fue la reciente vapuleada de River a Binacional, comparable en indignidad con el empate de Alianza...”.
Fácil es ser hincha de Boca Juniors, de River Plate, Gremio, Flamengo, Peñarol, Once Caldas, Olimpia, Colo Colo, la liga de Quito, equipos campeones de la Copa Libertadores. Así cualquiera.
Los países que suelen clasificar a los mundiales tienen un correlato con los resultados de sus equipos en el torneo de clubes más importante del continente. Acá es muy distinto.
En nuestro rico Perú, plantarse como acérrimo hincha de equipos locales, a niveles internacionales, es una ciencia más vinculada al goce del masoquismo voluntario.
Dejemos de lado el inenarrable episodio que fue la reciente vapuleada de River al Binacional, comparable en indignidad con el empate de Alianza Lima frente a un equipo venezolano plagado de amateurs.
En general, aquí hablamos de un amor, de un apego y de un sentido de pertenencia que supera la derrota y la humillación sistemáticas. Desinteresado, como los amores más sinceros de la vida.
Perder, sufrir, son mis divisas. Alianza Lima y Universitario, nuestros dos más gloriosos clubes, distan mucho de poder escuelear al enternecedor equipo puneño.
En la Copa Libertadores, los “compadres” también pierden y muy feo. Universitario: de sus últimas diez presentaciones, cuatro terminaron en la primera fase y cinco en la segunda, habiendo clasificado con las justas. Una vergüenza.
Alianza Lima: de las 24 participaciones, sin contar esta del 2020, en 19 se quedó apenas en la primera ronda. Otra vergüenza.
Imagino, con admiración, a esos hinchas viendo los partidos en televisión: cómo encajan los goles, cómo digieren las derrotas, una tras otra, cada año. Seguimos allí, sin recibir nada a cambio, solo una pista de identidad existencial o, quién sabe, lo más probable, distrayéndonos de otras derrotas.
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