Metropolitano inaugurará 14 nuevas estaciones
Alianza vs Boys: hora y dónde ver el partido

Agenda ciudadana y elecciones

“Se pensó que el cansancio con los conflictos entre el Congreso y el Ejecutivo permitiría algún nivel de reflexión y se llevaría a cabo una reforma política...”.

Por: Hernán Chaparro (*)

De cara a las elecciones presidenciales, vale la pena repasar cuáles son las preocupaciones presentes en la ciudadanía que, junto con otras que aparecerán de enero en adelante, llevarán a que se apoye o rechace a uno u otro candidato.

Hay varios temas rondando, unos más antiguos que otros. La inseguridad ciudadana, más fuerte en Lima, es una preocupación que nos acompaña hace tiempo. De acuerdo con el Barómetro de las Américas 2019, Perú es el segundo país en la región en percepción de inseguridad (62%, solo superado por República Dominicana). Esto ha llevado a que algunos planteen un mayor protagonismo de las Fuerzas Armadas; y que otros terminen entusiasmados con campañas como la de “chapa tu choro” (que terminó con Cecilia García en el Congreso). Sin embargo, no fue suficiente para llevar a Urresti a la alcaldía de Lima. La corrupción es también un asunto muy relevante y diversos estudios muestran que la misma ha superado a la inseguridad como principal problema para la población (antes de la pandemia). Según el Barómetro de las Américas, el 85% cree que por lo menos la mitad de los políticos son corruptos. Esto ha llevado a profundizar la indiferencia de algunos, y el rechazo de otros hacia los políticos. Podría afectar la participación en las elecciones (percepción de pocos beneficios versus un temor de contagio) o llevar a idealizar a algún candidato que se vea alejado de la política tradicional. La crisis sanitaria, grave en sí misma, tendrá en abril un escenario más definido. A su vez, ha puesto sobre la mesa nuestra precariedad institucional. Replantea el rol del Estado en nuestro desarrollo. Un cuarto asunto es la crisis económica que se refleja en desempleo y ansiedad en las personas, en la amenaza de perder los beneficios que trajeron los años con una billetera abultada y mayor acceso al crédito. Es probable que la población defienda lo que ganó como consumidor, aunque como ciudadano no haya encontrado respuestas. Finalmente, está la crisis política. Se pensó que el cansancio con los conflictos entre el Congreso y el Ejecutivo permitiría algún nivel de reflexión y se llevaría a cabo una reforma política. Lamentablemente, las agrupaciones siguen inmersas en sus burbujas de omnipotencia y distanciadas de la ciudadanía. El Congreso insiste en medidas que cree que lo acercan a la gente, pero que solo son el toma y daca de siempre. Además, hay que destacar que, si bien Lima ha sido siempre una suerte de mala palabra en la política interior, en estos momentos prima un tono cada vez más belicoso y justiciero, especialmente en el sur, con relación al centralismo. El crecimiento económico de los últimos años se sintió con fuerza en diversas regiones, pero son ellas las que más sufren el déficit sanitario y la falta de empleo. La gente demanda soluciones y solo un 28% está algo o muy satisfecho con la democracia. La mitad dice apoyarla en términos genéricos, pero 62% apoyaría un candidato que pueda ir más a allá de las leyes si muestra resultados (Barómetro de las Américas, 2019). Un pragmatismo que se ha forjado a punta de desilusiones con la oferta existente y que orientará la decisión de muchos.

(*) Profesor/investigador Universidad de Lima.

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.