Patricia Benavides: “No tengo miedo a la destitución”

Seis meses

Lecciones dolorosas.

Hace seis meses, el Perú declaró la emergencia por la presencia entre nosotros del virus del Covid-19. Días después, la pandemia tomó forma y nuestro país se adentró en la inédita y dramática experiencia de luchar contra una enfermedad que cuesta pérdidas materiales y de vidas como nunca en nuestra historia.

Los seis meses recorridos son dolorosos. Oficialmente, los casos registrados son poco más de 670.000 y los muertos casi 30.000. No obstante, como nunca también, somos conscientes de que las cifras oficiales son la formalidad del registro público, porque los contagios son mayores −los especialistas dicen que son hasta 7 millones, 10 veces más− y los muertos entre 50.000 y 60.000. Nunca habían muerto tantos compatriotas en tan poco tiempo.

La pandemia es un libro abierto con las primeras páginas en blanco. Las recomendaciones tradicionales para las pandemias fueron sobrepasadas en gran medida por una enfermedad nueva con zonas oscuras que la ciencia descifra cada día. En nuestro caso, a la falta de información se ha unido la grave depresión de los sistemas de salud causada por un modelo de gestión pública que, a pesar del crecimiento de casi dos décadas, invirtió poco en un ámbito esencial para la vida de las personas. Es importante reparar en el origen de los pesares de la salud pública para que no se persista en esos dogmas o retorne a ellos.

Es probable que la cuarentena que cerró abruptamente la economía fue muy extendida. Sumémosle una débil política de protección social, la más débil de la región, que regatea subsidios a los más pobres; y una reapertura desordenada de la economía en la cual la informalidad y la burocracia desempeñaron roles restrictivos u omisos a la fiscalización. Felizmente, aun con los errores anotados, la reactivación está en marcha.

La articulación de una respuesta de superior calidad que se aprecia en otros países de A. Latina, con coherentes acciones de seguimiento epidemiológico, confinamiento territorial y comunicación, no se ejecuta en el Perú. Los enredos de la ministra de Salud para explicar el contagio de los asintomáticos y el cambio de las pruebas serológicas por las moleculares son el reflejo de las limitaciones de ese sector.

Entre las perspectivas se tiene la resiliencia de los peruanos como un valor decisivo de nuestro futuro cercano. Los ciudadanos son conscientes de que la estrategia peruana para luchar contra la pandemia −si existe esa estrategia− es deficitaria y que su máximo esfuerzo está puesto en la atención hospitalaria, y por eso, como en otras severas crisis, se ha echado a andar.