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La otra primera línea

Diecisiete alcaldes fallecidos.

El reciente fallecimiento del alcalde provincial del Cusco, el reconocido intelectual Ricardo Valderrama, eleva a 17 el número de alcaldes que han perdido la vida por el coronavirus, a lo que se agregan varios regidores. En la contabilidad de daños se incluyen autoridades regionales y locales en UCI.

Según los datos alcanzados por la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE), los fallecidos se contagiaron en el cumplimiento de sus funciones. De ellos, 14 fueron alcaldes de distritos alejados y con un alto porcentaje de pobreza, algunos en el país rural, como es el caso de Tito Neder Iturrizaga Blaz, alcalde del distrito de Tupe, provincia de Yauyos (Lima), o Antonio Ventura Lizana, del distrito de Cañaris, provincia de Ferreñafe (Lambayeque).

Los alcaldes, en general, y especialmente de los pueblos alejados, son la otra primera línea de la lucha contra la pandemia. Representan la única conexión de los ciudadanos con el Estado, más aún con centenares de postas y centros de salud cerrados, colegios públicos sin actividades, y comisarías cerradas o trasladadas, o personal en mínimos. Las actividades que desempeñan son variadas, desde la organización del reparto de medicinas y alimentos, la vigilancia de las medidas de seguridad, el traslado de personas y cosechas, y la gestión de ayuda en las capitales de provincia o de departamento.

Se ha dicho que un error del Gobierno fue prescindir del primer nivel de atención; en la misma línea, fue equívoco no apoyarse en los gobiernos locales para la gestión de la pandemia. El relativo fracaso en la distribución de las canastas de alimentos probablemente inhibió una mayor cooperación, aun cuando ahora mismo los municipios recuperan sus relaciones con la comunidad.

Ya se registran acciones conjuntas en el ámbito de la salud como la vigilancia de los contagios, como la que se realiza en Arequipa en relación a los adultos mayores de los distritos más “calientes” o la creación de centros de atención primaria no COVID-19, como el inaugurado recientemente en Carabayllo (Lima).

Se registran, qué duda cabe, acciones negativas, como la del alcalde de Paita (Piura), quien celebró un cumpleaños familiar en plena emergencia, o el presidente de la región Huánuco, que no culminó la cuarentena y retornó al contacto con las personas. Las mayores reprobaciones se las lleva Arturo Fernández, alcalde de Moche y médico, en la provincia de Trujillo (La Libertad), quien ha incitado a la población a no acatar la cuarentena y recomienda el uso de dióxido de cloro pese a la prohibición legal.