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Tecnologías y COVID-19, los retos que se vienen

“No se trata de los equipos a comprar, sino cómo son útiles dichas herramientas para mejorar la calidad de vida de los y las peruanas”.

La pandemia ha mostrado, con descarnada crudeza, cómo estábamos frente al fenómeno tecnológico y en la construcción de un Perú Digital. Desde que la Red Científica Peruana enviara el primer email en diciembre de 1991, han pasado casi 30 años de diversos esfuerzos en materia digital (tanto en regulación, desarrollo de capacidades, agendas digitales, diseño de políticas o esfuerzos de institucionalidad). Pero lo común de estos casi 30 años de internet en el Perú ha sido lo descoordinado y lo falto de institucionalidad articuladora, tanto a nivel gubernamental como también en el dialogo público privado. Y no es que no hubiera los intentos, pero no los logramos mantener en el tiempo.

A inicio de esta semana se celebraron 3 años desde que el Acuerdo Nacional estableciera la Política 35, que guiaba la construcción de un Perú Digital; sin duda cuando con Mesías Guevara planteábamos desde Acción Popular y el Apra la necesidad de esta política de Estado esperábamos una rápida construcción de institucionalidad y cumplimiento de las diversas metas trazadas; la realidad nos sobrepaso, y lo que era el camino óptimo a seguir (una visión de largo plazo y desde una estructura de diálogo público privado) no funcionó.

No funcionó porque el gobierno fue avanzando hacia una visión desde el sector gubernamental hacia la sociedad; cuando en diversos fenómenos, y más en los digitales, se tuvo que avanzar desde el diálogo público-privado, y con la participación de la sociedad civil y la academia en pie de igualdad (no como invitados o meros validadores). Esto, cuando llegó la pandemia, nos encontró dispersos, no articulados, sin una institucionalidad para el desarrollo de un Perú Digital, una institucionalidad de coordinación desde los diferentes sectores. Y es que la solución no es gubernamental únicamente, sino de todos.

Y es aquí donde el gobierno ha intentado un avance. La tecnología puede ser el diferenciador frente a lo que resta para seguir combatiendo el coronavirus hasta que llegue la vacuna. Se tiene que profundizar los procesos de teleeducación, teletrabajo y telemedicina. La transversalidad de las herramientas de monitoreo y control es clave para la gestión de recursos (humanos, sanitarios, logísticos, económicos); interoperando las diversas plataformas ya existentes, y en lo que se refiere a datos gestionados desde el Minsa (como entidad con la excepción del art. 14.6 de la ley de datos personales). Pensar desde el eje del ser humano y encontrar las mejores herramientas de información, no solo a través de smartphones, sino desde cualquier tecnología que sea útil (no todo son apps, también sms y webs son útiles para divulgar informar y acceder a información). Es fundamental una transparencia absoluta y mecanismos de datos abiertos de manera permanente, y con un equilibrio con la protección de los datos personales, en un respeto irrestricto el estado de derecho y las garantías constitucionales.

Sé que muchos de estos temas ya están en la mesa, y que muchos de ellos están siendo valorados, y tengo la confianza en que el despliegue de la acción será el más beneficioso para todos, pero sobre todo pensando que la construcción de un Perú Digital no es solo una respuesta puntual para enfrentar la pandemia, sino que debe ser parte de la nueva visión de un Perú en el Bicentenario, una idea de la tecnología como insumo estructural y no como un lugar donde llegar. No se trata de los equipos o plataformas a construir o comprar, sino cómo son útiles dichas herramientas y plataformas para mejorar la calidad de vida de los y las peruanas.

La República

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