La identidad de América Latina

En estos tiempos de precariedad del multilateralismo y de los regionalismos, hablar de América Latina puede sonar utópico, anacrónico, esotérico y hasta estrambótico.

Sin embargo, nuestra identidad como peruanos se inscribe en nuestra identidad como latinoamericanos. Nuestros héroes y próceres pelearon por un Perú libre en una América Latina independiente y no subordinada a nadie.

Además, es obvio que existe una identidad latinoamericana que vive en las lenguas, en la historia, en la literatura, en la música, en el cine, en la gastronomía y en el sentimiento que vincula espontáneamente a quienes, siendo de estas tierras, se encuentran fuera de ellas.

Por esa identidad es que no nos llamamos americanos a secas; ni hispanoamericanos, como pretendían los Borbones y Franco; ni indoamericanos, como hubieran querido Haya y Mariátegui.

Durante los doscientos años de nuestra historia republicana se ha tratado de traducir esta identidad en acción internacional autónoma y coordinada. Desde el Congreso Anfictiónico de Panamá hasta el Sistema Económico Latinoamericano (SELA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

En los tiempos recientes esta identidad y esta autonomía se han deteriorado. Los gobiernos de la región, en general, han abdicado de este legado. Optando por la competencia y la desunión han provocado la debilidad de todos.

Sin embargo, surgen indicios de recuperación de la identidad y la autonomía latinoamericanas en el escenario internacional.

El gobierno de los Estados Unidos ha propuesto a un ciudadano de ese país, Mauricio Claver-Carone, para Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al servicio de intereses políticos menudos. En plena pandemia, cuando el BID es más necesario que nunca. Los gobiernos de la región, en su mayoría, han asistido, impávidos y paralizados, a este intento de imposición. Algunos hasta lo han promovido.

Es ante esta pretensión que más de 130 políticos, diplomáticos y académicos de América Latina han expresado su reclamo, iniciado por 5 expresidentes democráticos y numerosos excancilleres de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Guatemala, Ecuador, Uruguay y el Perú.

Ojalá que esta acción colectiva, política pero no gubernamental, influya en la recuperación de la autonomía internacional de América Latina, que tendrá que girar, por lo menos, sobre tres ejes:

Primero: el desarrollo sostenible. Es decir, la promoción de energías limpias y la defensa del agua y los bosques. Escazú es un paso adelante en esta dirección.

Segundo: el no alineamiento activo. O sea, abandonar la subordinación a los EEUU sin reemplazarla por la china ni ninguna otra.

Tercero: la defensa conjunta de nuestras materias primas, que fue precisamente lo que pretendíamos impulsar cuando el Perú ejerció la Presidencia de UNASUR.

COLOFÓN: Es de esperar que el Congreso peruano no ratifique la iniciativa del Poder Ejecutivo de retirarnos de UNASUR, una iniciativa repartida por Mauricio Claver-Carone, el mismo que consideró que la candidatura peruana a la OEA “hacía perder el tiempo”.