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“Nueva normalidad” en veremos

El país no se puede quedar sin gobierno, en ninguna circunstancia, menos ahora.

Las mafias en el Congreso que no le dan el voto de confianza a Pedro Cateriano porque se quieren tirar abajo la reforma universitaria existen. Y han tenido influencia en la votación de ayer (aunque no se sabe cuánta). Pero plantear que ese sería el único problema es un error grave que no ayuda a resolver la grave crisis sanitaria, económica y política que estamos viviendo.

Las diferencias entre el Ejecutivo y el Congreso ya tienen su tiempo. Una de ellas es la reforma política, a la cual se opuso una amplia mayoría, lo que es condenable. También el Congreso ha aprobado el no cobro de peajes, la legalización de los taxis colectivos, otorgar el 25% de sus ahorros en las AFPs, que los pensionistas de la ONP reciban parte de sus ahorros, la reprogramación de los intereses de las deudas bancarias, entre otros.

A casi todas se les llamó anticonstitucionales. La más “populista” fue el 25% de las AFP. Pero en Chile, cuna de las AFP, el Congreso acaba de liberar el 10% de los fondos y Piñera ya promulgó la ley sin decir “populismo”. Ciertamente hay iniciativas “populistas”, como en peajes y colectivos ligados a intereses particulares.

Otras no lo son. Pero chocan con el modelo económico. Entonces el problema es otro. El Congreso anterior calza con todos los adjetivos al actual, menos con uno: no fueron “populistas” porque el fujimorismo y el APRA defendieron siempre el modelo económico (¿cómo votó ayer Fuerza Popular?). ¿Todo iba bien (incluida la corrupción) hasta que llegó la “banda de populistas callejoneros”? Tampoco, tampoco.

Estamos, entonces, en una discusión sobre las políticas económicas de los últimos 30 años, que nos ha legado un sistema de salud indigno de ese nombre. Pero el premier Cateriano se presenta con un discurso económico casi total y un alegato idealizado de la minería, a la vez que alejado de la promoción de una minería responsable.

Nuestro objetivo central hoy, como en toda la región, debe ser controlar la pandemia (hasta la vacuna), que ha matado a decenas de miles de peruanos y que se ha agravado desde el fin de la cuarentena. Es la condición sine qua non para una reactivación económica duradera. Y solo hubo un único bono de 760 soles para 135 días para los pobres sin trabajo, lo que agravó la recesión.

Pero Vizcarra post cuarentena cambió y a sus errores (tests, clínicas, oxígeno, camas UCI, genéricos) le agregó otro igual de grave: todo para Reactiva Perú y “hay que aprender a vivir con el virus”. Somos el país con mayor número de muertos por millón, pero no existe tablero de control, ni alerta naranja o roja como en Colombia y Chile. Solo nos queda la “intuición” de las autoridades en regiones y distritos. Somos ovejas que siguen a su pastor… ¿hacia la inmunidad de rebaño con decenas de miles de muertos más?

Apostamos por una salida democrática al entrampamiento. El Ejecutivo y el Congreso deben ponerse de acuerdo sobre bases que pongan en el centro la lucha contra el virus, a la vez que equilibran la balanza económica (el poder del MEF), los empleos perdidos y los bonos universales. El país no se puede quedar sin gobierno, en ninguna circunstancia, menos ahora. El Presidente tiene razón: la reforma de la educación que impulsa el ministro Benavides no es negociable. Los intereses mafiosos en el Congreso deben ser derrotados, así como los intereses particulares, que también existen.

El humor del país ha cambiado, lo que no quiere decir que ya exista una “nueva normalidad”. Lograrla va a ser largo y complicado. Pero es imperativo transitar hacia ese objetivo, como lo dicen desde la CAF hasta el FMI, pasando por la OCDE y Angela Merkel, mientras la CEPAL afirma que el modelo se ha agotado. Esa es la tarea hacia el bicentenario con las elecciones que están a la vuelta de la esquina.

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La República

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