Paracas Camiseta

El pasado 27 de julio se cumplió los 186 años del natalicio de nuestro recordado héroe almirante Miguel Grau Seminario. Como una feliz coincidencia, ese mismo día salió publicada la Resolución Directoral Nº 00073-202-SENACE.PR/DEIN, resolviendo DESAPROBAR la Modificación del Estudio de Impacto Ambiental (MEIA) presentado por la empresa Terminal Portuario Paracas S.A. (TPP) debido a la no absolución de algunas observaciones emitidas por SENACE. Con ello se deja sin efecto el permiso del transporte y almacenaje de concentrados de mineral y nos permite soñar en poner a salvo nuestra maravillosa Reserva Nacional de Paracas (RNP) de insanas y prepotentes ocurrencias por un puñado de dólares más.

Ante esta situación tenemos que estar todos vigilantes sin bajar la guardia, ya que seguramente el concesionario TPP apelará dicha resolución en unas semanas más, aunque queremos creer que dicha apelación caerá en saco roto y se sellará finalmente este ominoso atentado ambiental, sin dejar de considerar que, pasado algún tiempo, volverán a insistir en su trasnochada aventura a la espera de algún futuro gobierno desinteresado en proteger nuestro patrimonio cultural y natural. Ante esta posible realidad no entiendo por qué el actual gobierno no presenta un proyecto de ley prohibiendo todo tipo de actividad que pueda afectar mínimamente nuestra reserva nacional, iniciativa que seguramente aplaudiríamos, poniéndonos de pie y proclamando al Ejecutivo: Gobierno camiseta.

No quiero dejar de mencionar que aun si se lograra finalmente ratificar la resolución directoral, existe todavía un tema pendiente de solución. Se trata del antepuerto que se ha autorizado estar anexo al puerto y permite que cientos de camiones entren y salgan diariamente a través del área protegida de la RNP, causando los múltiples estragos que hoy todos conocemos.

Hoy la autoridad competente podría frenar este abuso y obligar al TPP que construyan su antepuerto al pie de la vía panamericana y precisar que solo podrán ingresar camiones a través de la reserva debidamente programados, de tal manera que tengan el tiempo suficiente de llegar al puerto para descargar sus mercancías y con las mismas regresar por donde vinieron. ¿O no podemos ordenar y hacer respetar nuestra propia casa según nos convenga? Otra vez me pregunto lo mismo: ¿qué diablos nos pasa?

Los abusos, la corrupción, la desconsideración, el deshonor, la deslealtad, el desorden, la indisciplina, la injusticia, la inmoralidad, la insolidaridad y la prepotencia, son todos términos que no nos son ajenos a la mayoría de nosotros y que son manifestaciones traidoras hacia la patria. ¡Hagámonos ya respetar! Aquí radica nuestro subdesarrollo. Basta de lamentarnos, y pongamos límites para hacer un país próspero y desarrollado. Tenemos todos los regalos de la naturaleza para lograrlo. En vez de eso lo desestimamos y nos lamentamos. ¿Qué hubo de los valores de nuestra cultura prehispánica que sobre todas las cosas respetaron como a una diosa a la Pachamama, la Madre Tierra, el sustento de todos los seres mortales? ¡Sin ella no somos nada!

Como corolario, tenemos que recordar que el presente puerto nunca debió existir. Era un puerto pequeño de pescadores y que por los lobbies, y quizás también por la corrupción, terminó en esta dañina realidad que hoy tenemos que soportar y como último, pero necesario consuelo, solo nos queda la salida de reglamentar. No tengo nada en contra de la inversión extranjera, todo lo contrario, bienvenida sea, pero con consideración y respeto.

Finalmente, preguntemos a cualquier consorcio extranjero si en sus países de origen se atreverían a intentar violar una reserva nacional, y segundo, si sus gobiernos se lo permitirían. ¡Basta ya, no seamos ingenuos!