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El hambre y la necesidad

La visita de López Obrador a EEUU.

L a visita del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a EEUU deja un primer consenso del diverso arco de análisis de las relaciones internacionales de A. Latina, un hecho carente de brillo, muy a tono del opaco resultado de los dos años del Gobierno del mandatario mexicano.

La visita pretendió ser simbólica. AMLO acudió a los referentes históricos de ambos países con el propósito de brindar el mensaje de que la dupla López Obrador/Trump puede ser Abraham Lincoln/Benito Juárez. No lo logró; el viaje no fue ciertamente un fiasco como pronosticaron algunos opositores internos mexicanos, aunque, como se temía, ha confirmado las semejanzas entre ambos mandatarios en lugar de exhibir sus singularidades. En varios pasajes de la rueda final que ofrecieron, el escenario parecía mostrar identidades gemelas, un encuentro entre el hambre y la necesidad, es decir, dos mandatarios embarcados en sendas políticas aislacionistas, negacionistas frente a la gravedad de la pandemia y ensimismados en una gestión de gobierno renuente a cambios.

Es probable que Trump haya sacado mayor provecho de la visita. No avanzaron en ninguno de los grandes temas de las relaciones bilaterales. En cambio, la presencia de AMLO es una buena noticia para la campaña electoral del mandatario norteamericano; de cara a los votantes conservadores, el intercambio amistoso con López Obrador le agrega contenido al discurso de Trump de que su política de mano dura contra la inmigración ha dado resultado en el caso del principal país de tránsito de extranjeros que llegan ilegalmente a EEUU.

AMLO ha reafirmado su política de no levantar olas con Trump con el propósito de apaciguarlo. No obstante, ha llevado esta política a un extremo increíble que no se condice con la postura tradicional de un México solvente y digno en sus relaciones hemisféricas. Frases como “nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”, “hemos recibido de usted comprensión y respeto”, o “quise estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a usted, presidente Trump, por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos”, dejan la impronta de una pretensión de reescribir la historia de las relaciones entre EEUU y A. Latina, lo que ni siquiera había pedido la Casa Blanca.

AMLO no será el primero en fracasar en ese propósito, aunque nunca antes lo había intentado alguien que llegó al poder con un discurso contrario a la política exterior de EEUU. También es cierto que México nunca ha estado tan solo en la región como ahora.