Santiago Manuin: una vida de lucha (*)

“Nuestra historia es una historia de luchas para poder vivir tranquilamente en nuestro territorio”, dijo Manuin al recibir el Premio Nacional de Derechos Humanos. Recordó que en nuestro país se persigue a los Apus pese a que “Nosotros no hemos luchado por quintar terrenos, ni robar oro ni plata de nadie”. Su exigencia era muy clara: “Que se respete nuestro territorio, porque es nuestra escuela, nuestro supermercado, nuestra farmacia natural, nuestro templo sin paredes, lleno de seres vivos”.

La promesa republicana no es una realidad para la gran mayoría de peruanos y peruanas que sienten que el Estado ha sido capturado por intereses subalternos y lobbys descarados. Pero tiene otro problema, no incluye en su formulación el reconocimiento de los derechos a la libre determinación y al territorio de los pueblos originarios.

Su lucha es doble. Es contra un Estado que no brinda servicios públicos de calidad y convierte los derechos en mercancías a disposición de quien pueda pagarlas. Pero es también por el derecho a tener voz y voto sobre la forma en que se brindan estos servicios, para que no constituyan una imposición cultural. La demanda de Manuin por intérpretes judiciales, un ejemplo, sigue esperando sentencia en el Tribunal Constitucional.

“Queremos que nos consulten de verdad”, dijo al recordar el Baguazo y los altísimos costos de la política del perro del hortelano del gobierno aprista. Hoy, la ministra Alva anuncia que el MEF identificará pueblos indígenas para hacer consultas previas virtuales, como un mero trámite para acelerar la inversión extractiva. Debería escuchar a Manuin cuando dijo que “la selva es un cementerio de proyectos mal diseñados y peor ejecutados… nosotros [pueblos originarios] somos los que cargamos con el fracaso”.

La voz de Manuin ha quedado grabada en los corazones de miles de personas. Su ejemplo, más que minutos de silencio, exige compromisos de lucha permanente. Murió porque no hay protocolos COVID, ni recursos, ni voluntad, para atender casos graves como el suyo en territorios indígenas.

Acaba de morir un expresidente del Consejo Permanente del Pueblo Awajún. Si nuestro Estado fuera intercultural, habría duelo nacional y se le rendirían los honores que merece.

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(*) Agradezco a Tania Pariona, Marco Arana, Juan Carlos Ruiz y Pancho Soberón por la información y reflexión.