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Teletrabajo, pros y contras

"Hay en todo ello resonancias de privilegio. Para trabajar desde casa primero hay que tener una casa y espacio suficiente para dupletear como oficina, quizás para varios de sus habitantes".

Algunos se quejan de que alarga su jornada de trabajo más allá de lo sensato. Otros están encantados por la novedad del método. Luego están los que siempre teletrabajaron mucho y por tanto no advierten la diferencia. Por último hay a los que les encantaría practicarlo, si contaran con la oportunidad, los recursos, o el entrenamiento.

Estas son solo cuatro de las posibles reacciones a la difundida frase según la cual el teletrabajo ha llegado para quedarse. En otro contexto quizás hubiera sonado como el anuncio de un brillante futuro. Ahora sugiere horrores, como que esta pandemia y sus desempleados también pueden haber venido para siempre.

Hay en todo ello resonancias de privilegio. Para trabajar desde casa primero hay que tener una casa y espacio suficiente para dupletear como oficina, quizás para varios de sus habitantes. En la reciente obra de teatro-zoom Junta extraordinaria el responsable del edificio tiene que dirigirse a los vecinos desde el baño, única privacidad disponible.

Los defensores del teletrabajo insisten en las libertades que crea el no tener que desplazarse hasta un centro laboral. Sin duda esa dimensión está presente, pero viene con algunos problemas y peligros. Mal manejado, trabajar solo puede terminar pareciéndose a beber solo, con una parte social del asunto que empieza a desvanecerse.

Una crítica es que la libertad del telechambero solo es aparente, pues el fondo del asunto sería que en realidad es la oficina tomando la casa por asalto. Los empleadores estarían ahorrándose el alquiler, manteniendo a sus trabajadores separados, imponiendo horarios más largos, y relativizando sus responsabilidades sociales.

En el contexto de la pandemia, que ha esparcido tareas laborales por todos los hogares de la clase media, la cuestión es el regreso a la oficina o la permanencia en casa. Cuando la cosa termine, empresas y empleados habrán descubierto pros y contras, y lo inevitable de un pulseo entre la anterior situación y la nueva situación.

Mientras tanto, más preguntas. ¿Debe la empresa pagar por el traslado de sus oficinas a casas? ¿O eso se compensa como lo que ahorra el trabajador en transporte? ¿La distancia física empezará a crear un nuevo tipo de vínculo laboral en lo legal? ¿Empezaremos a ver una nueva forma de asociación entre teletrabajadores?

La República

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