Así quedó la tabla de posiciones del grupo A en la Libertadores

Los 100 días

El Perú se levantará y seguirá caminando.

Hace 100 días, el Gobierno dispuso el estado de emergencia a fin de contener la propagación del virus Covid-19. La pandemia era para nosotros solo una palabra de los libros, aun cuando asomaba con su furia destructiva a través de las noticias, primero desde China y Asia, y desde Europa.

Las medidas dispuestas, agregadas y en paquete fueron inéditas: la cuarentena obligatoria, aislamiento social, cierre de fronteras, paralización de actividades económicas no indispensables y la inmovilización que antes habíamos conocido como toque de queda.

Nos encontramos en el punto del olvido colectivo, tanto es así que el 15 de marzo nos parece ya lejano, de modo que algunos creen que la decisión de ese día no ha salvado miles de vidas, y en cambio nos ha dejado terribles perjuicios. La alternativa parece estar en el medio de ese olvido, es decir, en reconocer el acierto de la cuarentena pero fijarnos en otras razones que concurren en los resultados, como la enorme depresión de los servicios de salud, abandonados durante varios años, y las fragilidades de nuestro reciente bienestar asociado a la informalidad, sin dejar en la contabilidad los errores y omisiones cometidos en estos 100 días.

En los costos de la pandemia se anotan graves daños nacionales. Se tiene más de 260 mil casos registrados y más de 8 mil muertos contados de manera oficial, con un comprensible subregistro originado por la misma precariedad del sistema sanitario. La muerte de nuestros compatriotas y las penurias en los hogares que pasan dificultades es y será durante un tiempo un trance duro para nuestra convivencia.

Es digno de resaltar la tolerancia y la resiliencia de los peruanos, dispuestos desde cualquier lugar a la batalla. Los 100 días fueron pródigos en escenas cotidianas públicas e íntimas de un país que ha resistido a los embates de la pandemia. Es cierto que una parte de nuestros compatriotas rompió la disciplina de la cuarentena, pero la mayoría lo hizo aguijoneada por la falta de ingresos, el hambre, las deudas, y la ayuda social no ha llegado para todos o en el momento oportuno.

Unas palabras finales para lo malo y feo de esta etapa, para los acaparadores y especuladores de los bienes esenciales en un momento dramático, especialmente en la circulación de medicinas, oxígenos y otros insumos para la lucha contra la pandemia. A ellos se agregan los corruptos que no descansan su afán de quitarles el dinero a los peruanos, haciendo su actividad realmente mortal. A pesar de ellos, y contra ellos, nuestro país se levantará de esta tragedia para segur caminando.